Tienes ganas de besarme – musité con la ceja arqueada y una sonrisa medio pudorosa y medio compasiva –
Pues…esa es la verdad – respondió la chica que se veía limpia, además de sincera y dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias con semejante declaración –
La conocí en una especie de cafetería bohemia donde hay música jazz en vivo algunos días de la semana y ocasionalmente asisten poetas, pintores o gente relacionada con ese tipo de arte. Este lugar está sobre la octava avenida de la zona 1 de la ciudad de Guatemala. Es un sitio relativamente nuevo que está cerca de la Plaza de la Constitución o Parque Central, como prefiero nombrarle.
Era temprano, quizás las 17:00 horas. Yo me acerqué porque siempre había tenido curiosidad por entrar a ese sitio. La vi en la barra sola, bien vestida, con un leve exceso de maquillaje y un escote pronunciado. En realidad no me considero un “casanova” ni nada por el estilo, soy demasiado tímido, no soy de los que “invitan a un trago” a las chicas, pero ése día llevaba un espíritu aventurero, extraño, queriendo hacer cosas diferentes.
Todavía es muy temprano – sugerí acercándome al tiempo que saludé al que servía los tragos como si lo conociera hacía mucho tiempo, pese a que era la primera vez que me veía por el lugar –
Ella se volteó, no dijo algo, solamente sonrió como invitándome a sentarse a su lado (no es exageración).
Saqué mi lado elegante y profesional, charlé en tono serio e inteligente con ella. Me dijo que era psicóloga y que su temperamento era sanguíneo, que necesita un hombre flemático como pareja.
Hasta donde sé, tengo un poco de cada uno de los temperamentos. Sobre todo flemático, colérico y sanguíneo. A veces soy uno y a veces soy otro, lo cual repercute en muchas áreas de mi vida, especialmente a nivel relacional y emocional.
En fin, el punto es que hablamos muy a gusto, me pareció inteligente (cualidad de suma importancia en las chicas que me atraen; ¡bingo!, si alguien quería saber cómo me gustan las mujeres, debe saber que he descubierto recientemente que quienes me han atraído tienen como denominador común, entre otras cosas, la inteligencia) y yo le caí simpático. Reía mucho, sé que tuvimos una buena química. Para entonces, ya llevábamos al menos cuatro tragos en la sangre cada uno. Bebimos algo que nos dijeron que es la especialidad de la casa, no sé qué haya sido, tenía un color similar al cian.
Noté que ella me veía de reojo a momentos, a través del cristal donde depositaron su bebida. Esa mirada me invitaba a salir de ese lugar y buscar un sitio más fresco, pero para entonces la noche se había apoderado de la ciudad y no es una ciudad muy segura en realidad.
De todas formas ella se atrevió.
– vamos a mi carro, quiero platicar y mostrarte algo – se veía despreocupada, como quien no quiere la cosa.
No respondí, sólo asentí. Pagué la cuenta, me despedí.
Justo al llegar al estacionamiento, que era medianamente oscuro y con varias columnas que sostenían el nivel de arriba, ella jaló de mi chumpa con violencia y me puso frente a ella, muy cerca. No hablo mucho, sólo se acercó de forma demasiado excitante.
– quiero besarte – dijo con autoridad
Antes que pudiera decir nada, gritó una carcajada y dijo: lo siento, siempre me aloco un poco, especialmente con los chicos que me gustan. Hace mucho tiempo que te vi por primera vez. Caminabas por los corredores de la universidad y me gustaste, te deseé desde ese instante. Pensé que quizás nunca tendría ocasión de hablarte, muchos meses, quizá años, y hoy, justamente hoy que quería emborracharme para olvidar mi pasado reciente, apareciste con tu barba a medio rasurar y tu propuesta galante de conquistar a la chica de la barra.
No supe qué decir, mi cerebro procesaba a gran velocidad tal declaración sorpresiva.
– tienes ganas de besarme – musité arqueando la ceja.
– pues… esa es la verdad – dijo acercándose de forma intimidante.
– ¿y qué harás al respecto? – propuse con un miedo espantoso.
Sin pensarlo demasiado me besó apasionadamente. Pero quiero hacer énfasis en eso: A-PA-SIO-NA-DA-MEN-TE. Verdaderamente la pasión le brotaba por los poros.
Se trepó de mi cuerpo, se inclinó con vehemencia hacia mí, de tal forma que sus pechos – bien formados – los podía sentir como dos esponjas.
Abrió la puerta del carro como pudo y sin dejar de besarme; estaba descontrolada. De súbito vino a mi mente un sinfín de imágenes del centro histórico, imaginé la Catedral, el Palacio Nacional de la Cultura, los murales de la Biblioteca Nacional y el Archivo General de Centroamérica, visualicé el Portal del Comercio y amé cada uno de esos lugares.
Ella tuvo varios orgasmos. Yo uno, porque los hombres carecemos de esa capacidad.
Amanecí en ese parqueo del centro histórico, desayuné en el Mercado Central con tortillas recalentadas, tostadas, como le gustan a mucha gente; varios frijoles, huevos y un vaso grande de atol de arroz en leche.
No me despedí de ella, estaba demasiado ebria y yo demasiado sobrio. Salí del carro como pude y caminé para la novena calle y novena avenida, frente al Congreso de la República; abordé un bus colectivo hacia mi casa y me dormí el resto del día.
lunes, 23 de noviembre de 2009
viernes, 13 de noviembre de 2009
De mi paranoia
Me han dicho que soy paranoico. Me han dicho que siempre me hago la víctima. Me han dicho sencillamente loco. Y me han dicho “¿quién te entiende?”.
Me han dicho “te amo” (unas tres o cuatro personas, aunque de forma romántica sólo hay una); he escuchado que me dicen “me gustas” y en realidad todo eso me confunde un poco.
Hace unos días escribí sobre Diana. Razoné que sentimentalmente teníamos algunas cualidades. Sigo creyendo eso, aunque ella a diferencia de mí es lo más normal posible, se ajusta vehemente a las reglas impuestas (o auto impuestas la mayoría de las veces). No digo que es malo ser normal, pienso nada más que hay ocasiones en que debemos hacer lo que queremos hacer y dejar de lado lo que “tenemos” qué hacer.
Ella es un puño de sentimientos. Pero hoy no me interesa hablar de ella, considero que a nadie le resulta relevante, ni siquiera a mí. Ella es un ser que existe, que ocasionalmente se porta agradable y punto. Esa decisión la ha tomado. Por cierto, de entre los epítetos que he escuchado sobre mi persona, nadie me había dicho que me burlaba de “sus cosas”. Normalmente soy el buen amigo que aconseja, pero para ella resulté ser alguien que se burla de su vida; así que nunca más opinaré al respecto.
En fin. Talvez estoy loco, paranoico y soy burlón, pero he decidido reírme de mí mismo siempre. Ser feliz, amar, compartir con mis amigos y sonreír más. He decidido dejar el drama y comprender que la vida es una gran bendición y muy divertida.
Post data. Una chica me regaló una vez un huevo de cera, siempre quise saber por qué.
Me han dicho “te amo” (unas tres o cuatro personas, aunque de forma romántica sólo hay una); he escuchado que me dicen “me gustas” y en realidad todo eso me confunde un poco.
Hace unos días escribí sobre Diana. Razoné que sentimentalmente teníamos algunas cualidades. Sigo creyendo eso, aunque ella a diferencia de mí es lo más normal posible, se ajusta vehemente a las reglas impuestas (o auto impuestas la mayoría de las veces). No digo que es malo ser normal, pienso nada más que hay ocasiones en que debemos hacer lo que queremos hacer y dejar de lado lo que “tenemos” qué hacer.
Ella es un puño de sentimientos. Pero hoy no me interesa hablar de ella, considero que a nadie le resulta relevante, ni siquiera a mí. Ella es un ser que existe, que ocasionalmente se porta agradable y punto. Esa decisión la ha tomado. Por cierto, de entre los epítetos que he escuchado sobre mi persona, nadie me había dicho que me burlaba de “sus cosas”. Normalmente soy el buen amigo que aconseja, pero para ella resulté ser alguien que se burla de su vida; así que nunca más opinaré al respecto.
En fin. Talvez estoy loco, paranoico y soy burlón, pero he decidido reírme de mí mismo siempre. Ser feliz, amar, compartir con mis amigos y sonreír más. He decidido dejar el drama y comprender que la vida es una gran bendición y muy divertida.
Post data. Una chica me regaló una vez un huevo de cera, siempre quise saber por qué.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Esto lo escribí en la semana del 2 al 11 de noviembre de 2009:
Siento estrujado el corazón.
Cierro los ojos antes de escribir estas letras, pienso en Diana, imagino que cuando ella lea esto sentirá cómo su atención es atraída por leer su nombre acá, al alcance de todo el mundo y saber que estoy hablando precisamente de ella.
¿Por qué hablo de ella? (¿por qué hablo de ti?), pues todavía no lo sé.
Ayer recibí un correo electrónico de una amiga, que coincidentemente fue mi novia. Hablábamos de una chica que es mi amiga y que quiero que sea mi novia. Escribió algo así como esto: “estoy convencida de que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, siempre hay un propósito”.
Y pensé en Diana (sí, pensé en ti, o en vos, como dices a veces; me gusta cuando me tratas de vos, te siento como mi hermana, mi amiga). Pensé en ella porque creo efectivamente es una de esas personas que no llegó por casualidad a mi vida. En mi alma se abriga el sentimiento de que el mismísimo Dios quiere hacer algo en ella, cambiar su manera de pensar.
Diana es una chica que conocí hace unos ocho años aproximadamente. En realidad no la conocí ni la conozco tan bien, sólo supe su nombre, la veía de lejos y me parecía inteligente, a parte de asombrosamente seria. Ella en realidad daba la impresión de ser alguien importante, individualista, feminista, divertida, estudiosa, inteligente e inadaptada a los cánones de la mayoría de personas de su edad; parecía que no le importaban las “niñerías” que a los demás, pese a que ella era precisamente sólo una niña. Una niña que se convirtió en mujer. No sé por qué razón ella era así. En realidad yo también siempre fui un niño muy precoz, serio, no jugaba los juegos que la mayoría y prefería hacer “cosas inteligentes” acordes a mi edad, que perder el tiempo en cosas simples “acordes a mi edad”. Y a la fecha es así. Prefiero hacer algo que produzca, que estimule, que parezca mejor; a simplemente pasar el tiempo. Aunque he tratado de convencerme de lo contrario al encender el XBOX 360º que está en la sala de mi casa, el cual por supuesto, no es mío, es de mi hermano.
Pero no me interesa hablar de ella. Sólo ilustro su personalidad porque me parece importante.
Me parece que las personas bonitas como ella (hablo de su personalidad, no de su físico; y no porque físicamente no sea bonita, sino porque es importante aclarar a qué me refiero) deberían ser muy felices. Todo lo tienen controlado, exageran en la perfección de las actividades que realizan, suponen que porque ellas dan su mejor esfuerzo todo va a salir bien y, mis queridos, NO ES ASÍ.
Y hablaba de ella porque es precisamente ella quien me ha hecho tener una retrospectiva de mí mismo. Se parece a mí en algunas cosas (o quiere ser como yo, no lo sé; aunque a juzgar por el desconocimiento que tenemos el uno del otro, supongo que somos parecidos, nada más), tiene pensamientos que en esencia son como los míos, tiene sentimientos que en esencia son como los míos y eso es algo fascinante, bonito, agradable, divertido.
Y creo que ella ama casi con tanta intensidad, pasión y necesidad como yo, lo cual me conmueve. Las personas que tienen la capacidad de amar como ella son especiales, trascendentales, aunque debo reconocer que el amor de ella es egoísta, con un sentido de pertenencia muy alto.
Así que Diana, la chica seria que conocí hace mucho tiempo y que ahora ha aparecido nuevamente en mi vida para bendecirme (espero que yo también bendiga su vida), es así. Se parece a mí en muchas facetas de su vida. Me gusta que sienta, me gusta que duela.
Otra vez: por qué hablo de ella.
No hablo de ella, hablo de mí. Empecé diciendo que siento estrujado el corazón; y se me pone así porque el amor romántico, carnal, hacia otra persona, provoca eso. Amar con tanta vehemencia, dedicación, ansiedad, esfuerzo y necesidad, hacen que se estruje ese músculo que antiguamente se conocía como el cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos*. Y Diana, la chica que se sentaba en unas graditas con gente que parecía odiarme, creo que siente de esa forma. Ella es caprichuda, perseverante, necesita tener lo que quiere, más por el sentido de convicción de poder hacer las cosas, que por cualquier otra razón.
Cuando la veo amar, me veo a mí amando.
Cuando pienso, la veo a ella pensando.
Es una mujer (M-U-J-E-R), bien hecha, con todo lo que esa hermosa palabra implica. Tiene sus fases completas, como la luna. A veces es insoportable, a veces quieres besarla en un atardecer rojizo. Es irregular, como las mujeres intensas. Es apasionada, como sólo las mujeres entienden. Tiene vergüenzas, le da pena la mitad de las cosas que la mayoría hace o piensa hacer y además, por si fuera poco, es una soñadora empedernida como yo. Se ilusiona fácil, como los niños, lo cual es increíble. Me enamoro de la gente que tiene la capacidad de sueños y de asombro.
Yo no estoy enamorado de ella. No siento por ella una atracción romántica ni física ni espiritual a nivel relacional. Hablo de ella y la describo porque se me da la gana hacerlo. Hablo de ella porque es un excelente ejemplo hacerlo. Hablo de ella porque el día que tenía estrujado el corazón, ella apareció en mi mente y apareció porque a momentos pienso que ella también tiene estrujado el corazón cuando ama infelizmente.
Siento que ella siente como yo.
Cuando siento el amor, pienso que ella ya ha sentido eso.
Cuando creo que se me rompió el corazón (siendo muy dramático), pienso que ella ya ha sentido eso.
Ella es sensible, dramática y romántica como yo.
Je, un abrazo Dianita. Salud. Somos historias diferentes que se unieron en alguna parte, ¿cierto?
*Antiguamente “corazón” se le llamaba a la idea del cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos, razón por la que se determinó que “corazón” se le llamaría al órgano que emana sangre para que todo el cuerpo funcione bien. Es en realidad un símil.
Siento estrujado el corazón.
Cierro los ojos antes de escribir estas letras, pienso en Diana, imagino que cuando ella lea esto sentirá cómo su atención es atraída por leer su nombre acá, al alcance de todo el mundo y saber que estoy hablando precisamente de ella.
¿Por qué hablo de ella? (¿por qué hablo de ti?), pues todavía no lo sé.
Ayer recibí un correo electrónico de una amiga, que coincidentemente fue mi novia. Hablábamos de una chica que es mi amiga y que quiero que sea mi novia. Escribió algo así como esto: “estoy convencida de que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, siempre hay un propósito”.
Y pensé en Diana (sí, pensé en ti, o en vos, como dices a veces; me gusta cuando me tratas de vos, te siento como mi hermana, mi amiga). Pensé en ella porque creo efectivamente es una de esas personas que no llegó por casualidad a mi vida. En mi alma se abriga el sentimiento de que el mismísimo Dios quiere hacer algo en ella, cambiar su manera de pensar.
Diana es una chica que conocí hace unos ocho años aproximadamente. En realidad no la conocí ni la conozco tan bien, sólo supe su nombre, la veía de lejos y me parecía inteligente, a parte de asombrosamente seria. Ella en realidad daba la impresión de ser alguien importante, individualista, feminista, divertida, estudiosa, inteligente e inadaptada a los cánones de la mayoría de personas de su edad; parecía que no le importaban las “niñerías” que a los demás, pese a que ella era precisamente sólo una niña. Una niña que se convirtió en mujer. No sé por qué razón ella era así. En realidad yo también siempre fui un niño muy precoz, serio, no jugaba los juegos que la mayoría y prefería hacer “cosas inteligentes” acordes a mi edad, que perder el tiempo en cosas simples “acordes a mi edad”. Y a la fecha es así. Prefiero hacer algo que produzca, que estimule, que parezca mejor; a simplemente pasar el tiempo. Aunque he tratado de convencerme de lo contrario al encender el XBOX 360º que está en la sala de mi casa, el cual por supuesto, no es mío, es de mi hermano.
Pero no me interesa hablar de ella. Sólo ilustro su personalidad porque me parece importante.
Me parece que las personas bonitas como ella (hablo de su personalidad, no de su físico; y no porque físicamente no sea bonita, sino porque es importante aclarar a qué me refiero) deberían ser muy felices. Todo lo tienen controlado, exageran en la perfección de las actividades que realizan, suponen que porque ellas dan su mejor esfuerzo todo va a salir bien y, mis queridos, NO ES ASÍ.
Y hablaba de ella porque es precisamente ella quien me ha hecho tener una retrospectiva de mí mismo. Se parece a mí en algunas cosas (o quiere ser como yo, no lo sé; aunque a juzgar por el desconocimiento que tenemos el uno del otro, supongo que somos parecidos, nada más), tiene pensamientos que en esencia son como los míos, tiene sentimientos que en esencia son como los míos y eso es algo fascinante, bonito, agradable, divertido.
Y creo que ella ama casi con tanta intensidad, pasión y necesidad como yo, lo cual me conmueve. Las personas que tienen la capacidad de amar como ella son especiales, trascendentales, aunque debo reconocer que el amor de ella es egoísta, con un sentido de pertenencia muy alto.
Así que Diana, la chica seria que conocí hace mucho tiempo y que ahora ha aparecido nuevamente en mi vida para bendecirme (espero que yo también bendiga su vida), es así. Se parece a mí en muchas facetas de su vida. Me gusta que sienta, me gusta que duela.
Otra vez: por qué hablo de ella.
No hablo de ella, hablo de mí. Empecé diciendo que siento estrujado el corazón; y se me pone así porque el amor romántico, carnal, hacia otra persona, provoca eso. Amar con tanta vehemencia, dedicación, ansiedad, esfuerzo y necesidad, hacen que se estruje ese músculo que antiguamente se conocía como el cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos*. Y Diana, la chica que se sentaba en unas graditas con gente que parecía odiarme, creo que siente de esa forma. Ella es caprichuda, perseverante, necesita tener lo que quiere, más por el sentido de convicción de poder hacer las cosas, que por cualquier otra razón.
Cuando la veo amar, me veo a mí amando.
Cuando pienso, la veo a ella pensando.
Es una mujer (M-U-J-E-R), bien hecha, con todo lo que esa hermosa palabra implica. Tiene sus fases completas, como la luna. A veces es insoportable, a veces quieres besarla en un atardecer rojizo. Es irregular, como las mujeres intensas. Es apasionada, como sólo las mujeres entienden. Tiene vergüenzas, le da pena la mitad de las cosas que la mayoría hace o piensa hacer y además, por si fuera poco, es una soñadora empedernida como yo. Se ilusiona fácil, como los niños, lo cual es increíble. Me enamoro de la gente que tiene la capacidad de sueños y de asombro.
Yo no estoy enamorado de ella. No siento por ella una atracción romántica ni física ni espiritual a nivel relacional. Hablo de ella y la describo porque se me da la gana hacerlo. Hablo de ella porque es un excelente ejemplo hacerlo. Hablo de ella porque el día que tenía estrujado el corazón, ella apareció en mi mente y apareció porque a momentos pienso que ella también tiene estrujado el corazón cuando ama infelizmente.
Siento que ella siente como yo.
Cuando siento el amor, pienso que ella ya ha sentido eso.
Cuando creo que se me rompió el corazón (siendo muy dramático), pienso que ella ya ha sentido eso.
Ella es sensible, dramática y romántica como yo.
Je, un abrazo Dianita. Salud. Somos historias diferentes que se unieron en alguna parte, ¿cierto?
*Antiguamente “corazón” se le llamaba a la idea del cúmulo de emociones, sentimientos y pensamientos, razón por la que se determinó que “corazón” se le llamaría al órgano que emana sangre para que todo el cuerpo funcione bien. Es en realidad un símil.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Deprimido, triste, arrogante, víctima
Hoy me siento deprimido, triste, arrogante, víctima.
No pregunten por qué. Quizás sólo estoy en mis días difíciles del mes. Todos los tenemos, ¿cierto?
Lamento defraudar constantemente a las personas. Cuando les confieso que padezco de una baja autoestima, las gentes me reclaman, se molestan conmigo.
He escrito dos e-mails a una amiga que amo con toda mi alma para sincerarme con ella porque pues es una persona espectacular que siempre ha estado allí para apoyarme y eso le hace un increíble bien a mi corazón.
Y ahora me siento mejor, al menos siento que comparto la pena que siento. Tengo ganas de estallar en llanto (lo siento), y pues así es esto.
¿Qué me pasa?, ¿por qué estoy así?, pues lo mismo de siempre. Ese amor que se presenta frente a mí, se ausenta frente a mí y se burla de mí.
Pero eso es parte de crecer, hay que ser lo suficientemente hombre para aceptar que te equivocaste, que perdiste, que debe iniciar de nuevo, que debes seguir con el plan de conquista o que debes retirarte definitivamente de él. Y yo he aceptado todo eso.
Chicas, cuando un chico les esté conquistando, siempre sean sinceras y háganles saber sus sentimientos, pero por favor, estimulen su sentido de cortejo, para que puedan encontrar a "su chica". Si no es contigo, será con otra y tú has servido para acortar su búsqueda.
Chicos, sigamos siendo caballeros, sin aprovecharnos de los sentimientos maravillosos de ellas.
Un abrazo para todos.
No pregunten por qué. Quizás sólo estoy en mis días difíciles del mes. Todos los tenemos, ¿cierto?
Lamento defraudar constantemente a las personas. Cuando les confieso que padezco de una baja autoestima, las gentes me reclaman, se molestan conmigo.
He escrito dos e-mails a una amiga que amo con toda mi alma para sincerarme con ella porque pues es una persona espectacular que siempre ha estado allí para apoyarme y eso le hace un increíble bien a mi corazón.
Y ahora me siento mejor, al menos siento que comparto la pena que siento. Tengo ganas de estallar en llanto (lo siento), y pues así es esto.
¿Qué me pasa?, ¿por qué estoy así?, pues lo mismo de siempre. Ese amor que se presenta frente a mí, se ausenta frente a mí y se burla de mí.
Pero eso es parte de crecer, hay que ser lo suficientemente hombre para aceptar que te equivocaste, que perdiste, que debe iniciar de nuevo, que debes seguir con el plan de conquista o que debes retirarte definitivamente de él. Y yo he aceptado todo eso.
Chicas, cuando un chico les esté conquistando, siempre sean sinceras y háganles saber sus sentimientos, pero por favor, estimulen su sentido de cortejo, para que puedan encontrar a "su chica". Si no es contigo, será con otra y tú has servido para acortar su búsqueda.
Chicos, sigamos siendo caballeros, sin aprovecharnos de los sentimientos maravillosos de ellas.
Un abrazo para todos.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Si tú me amases
¿Cuál es mi sueño más grande?, una vida a tu lado.
En realidad, eso es mentira. Mis sueños son muchos más grandes que eso; de lo que no tengo duda alguna es que en cada uno de mis sueños, apareces tú.
Siempre he soñado una casa de campo, y tú estás en ella.
Siempre he soñado con tres hijos, y ellos te dicen “mami”.
Siempre he soñado con viajar, y tú vas a mi lado.
Siempre he querido conocer gente diferente, y tú lo haces conmigo.
Si tan sólo fuera realidad mi sueño. Si lograra conquistarte, si mis esfuerzos encadenados consiguieran enamorarte. Si tus sonrisas fueran para mí, si las mariposas en tu estómago, las sintieras por mí. Ah… (suspiro), si las pláticas con tu mejor amiga, fueran respecto de mí, si tú me amaras…
Talvez si tú me amaras, yo te odiaría. Quizás si tú estuvieses enamorada de mí, yo te desconocería y te vería como una amiga más. De pronto si tú suspiraras escribiendo mi nombre en el cuaderno de la universidad, yo no sabría tu número telefónico de memoria.
Si tú me amases, talvez yo no lo haría. Porque así es el amor. Porque a ti te tocaría sufrir y a mí procurar “no dañar tus sentimientos ni hacerte falsas ilusiones”.
Si tú me amaras, si yo te gustara, si tú estuvieras enamorada románticamente de mí; talvez yo te odiaría y no escribiría esto.
O talvez, sólo talvez, si la bendición del cielo y el destino divino fueran idénticos a los deseos de mi corazón, si tú me amaras, descubriríamos un mundo distinto, nos amaríamos como la gente no lo ha hecho hasta la fecha, yo te entregaría lo mejor de mí para verte sonreír y derretirme con esa sonrisa que consigue mi felicidad.
Talvez si tú me amases, éste mundo sería perfecto por algunos segundos, ésos segundos en que estoy a tu lado; talvez tú…, talvez tú me amas y aún no lo has dicho…, talvez te gusto y estás esperando el momento indicado para decirlo, como toda una dama…
Pos data. Sospecho que no me amas, pero que pronto me amarás.
En realidad, eso es mentira. Mis sueños son muchos más grandes que eso; de lo que no tengo duda alguna es que en cada uno de mis sueños, apareces tú.
Siempre he soñado una casa de campo, y tú estás en ella.
Siempre he soñado con tres hijos, y ellos te dicen “mami”.
Siempre he soñado con viajar, y tú vas a mi lado.
Siempre he querido conocer gente diferente, y tú lo haces conmigo.
Si tan sólo fuera realidad mi sueño. Si lograra conquistarte, si mis esfuerzos encadenados consiguieran enamorarte. Si tus sonrisas fueran para mí, si las mariposas en tu estómago, las sintieras por mí. Ah… (suspiro), si las pláticas con tu mejor amiga, fueran respecto de mí, si tú me amaras…
Talvez si tú me amaras, yo te odiaría. Quizás si tú estuvieses enamorada de mí, yo te desconocería y te vería como una amiga más. De pronto si tú suspiraras escribiendo mi nombre en el cuaderno de la universidad, yo no sabría tu número telefónico de memoria.
Si tú me amases, talvez yo no lo haría. Porque así es el amor. Porque a ti te tocaría sufrir y a mí procurar “no dañar tus sentimientos ni hacerte falsas ilusiones”.
Si tú me amaras, si yo te gustara, si tú estuvieras enamorada románticamente de mí; talvez yo te odiaría y no escribiría esto.
O talvez, sólo talvez, si la bendición del cielo y el destino divino fueran idénticos a los deseos de mi corazón, si tú me amaras, descubriríamos un mundo distinto, nos amaríamos como la gente no lo ha hecho hasta la fecha, yo te entregaría lo mejor de mí para verte sonreír y derretirme con esa sonrisa que consigue mi felicidad.
Talvez si tú me amases, éste mundo sería perfecto por algunos segundos, ésos segundos en que estoy a tu lado; talvez tú…, talvez tú me amas y aún no lo has dicho…, talvez te gusto y estás esperando el momento indicado para decirlo, como toda una dama…
Pos data. Sospecho que no me amas, pero que pronto me amarás.
martes, 3 de noviembre de 2009
Ideas
Los dos días más recientes, mientras camino por la calle he observado a las personas. Normalmente salgo del edificio donde trabajo, veo a las gentes; unos vendiendo, otros corriendo, algunos caminando con celular en mano gritando carcajadas, pero sobre todo he notado que a nadie le interesa lo que el otro hace; total, no es su asunto.
Pero menciono eso porque a veces vivir se hace monótono. Vamos, venimos, volvemos a ir y regresamos y no pasa nada diferente; todo es igual, no hay variación.
He padecido también recientemente de dolores de cabeza, relativamente fuertes, no sé por qué y a ratos, como en éste preciso instante, pienso en la gente de los manicomios que es forzada a consumir un medicamento que los mantiene emocionalmente estables. Yo evito a toda costa las pastillas, porque me siento farmacodependiente y no me gusta esa sensación.
¿Por qué hablo de cosas tan dispares a la vez?, no lo sé ni lo entiendo. En realidad sólo quería liberar un poco mis ideas, escribir algo mientras espero que el reloj marque la hora para retirarme a mi casa. A veces el trabajo se vuelve tan monótono que no lo soporto; yo padezco de necesitar cambios drásticos todos los días, de estar en constante movimiento y cambio, para sentirme pleno, de emociones fuertes que me hagan experimentar nuevas cosas.
El amor. No sé qué escribir del amor. Pero quiero decir algo que se ha mantenido en mi mente los últimos días: si tú amas a alguien y ese alguien no te ama, vas por buen camino, has encontrado otra persona que no es tu chica o chico ideal, por lo tanto, estás cada vez más cerca de encontrar a ese alguien especial. No es “uno más que no resulta”, en realidad es “uno más que descartas y que por lo tanto te acerca más al elegido o elegida”. No sé si logras ver el punto que quiero transmitir. Es al estilo Thomas Alba Edisson: cada fracaso no era en sí un intento fallido, era conocer una forma más de cómo no generar la electricidad por medio de un bombillo, lo cual concluía en que estaba más cerca entonces. Es algo así como la ley de las probabilidades.
Además, si esa persona no te ama como tú le amas a ella, pues obviamente no es la persona de tu vida, porque el amor (aunque en esencia es dar) también debe ser recíproco.
Ama, da lo mejor de ti.
Sin embargo, tengo una duda: ¿hasta qué punto hay que amar?, hay que luchar, esforzarse, dedicarse a conquistar, es cierto. Pero, ¿hay un límite a caso? O mejor pensar “si no me quiere, otra me querrá”. Buenas preguntas. Quizás hay respuesta.
Pero menciono eso porque a veces vivir se hace monótono. Vamos, venimos, volvemos a ir y regresamos y no pasa nada diferente; todo es igual, no hay variación.
He padecido también recientemente de dolores de cabeza, relativamente fuertes, no sé por qué y a ratos, como en éste preciso instante, pienso en la gente de los manicomios que es forzada a consumir un medicamento que los mantiene emocionalmente estables. Yo evito a toda costa las pastillas, porque me siento farmacodependiente y no me gusta esa sensación.
¿Por qué hablo de cosas tan dispares a la vez?, no lo sé ni lo entiendo. En realidad sólo quería liberar un poco mis ideas, escribir algo mientras espero que el reloj marque la hora para retirarme a mi casa. A veces el trabajo se vuelve tan monótono que no lo soporto; yo padezco de necesitar cambios drásticos todos los días, de estar en constante movimiento y cambio, para sentirme pleno, de emociones fuertes que me hagan experimentar nuevas cosas.
El amor. No sé qué escribir del amor. Pero quiero decir algo que se ha mantenido en mi mente los últimos días: si tú amas a alguien y ese alguien no te ama, vas por buen camino, has encontrado otra persona que no es tu chica o chico ideal, por lo tanto, estás cada vez más cerca de encontrar a ese alguien especial. No es “uno más que no resulta”, en realidad es “uno más que descartas y que por lo tanto te acerca más al elegido o elegida”. No sé si logras ver el punto que quiero transmitir. Es al estilo Thomas Alba Edisson: cada fracaso no era en sí un intento fallido, era conocer una forma más de cómo no generar la electricidad por medio de un bombillo, lo cual concluía en que estaba más cerca entonces. Es algo así como la ley de las probabilidades.
Además, si esa persona no te ama como tú le amas a ella, pues obviamente no es la persona de tu vida, porque el amor (aunque en esencia es dar) también debe ser recíproco.
Ama, da lo mejor de ti.
Sin embargo, tengo una duda: ¿hasta qué punto hay que amar?, hay que luchar, esforzarse, dedicarse a conquistar, es cierto. Pero, ¿hay un límite a caso? O mejor pensar “si no me quiere, otra me querrá”. Buenas preguntas. Quizás hay respuesta.
jueves, 29 de octubre de 2009
Y tú (ella)
Y justo como lo supuse, después vino de golpe la realidad. La montaña rusa de las emociones se vino en picada para conseguir deprimirme. Sé que no eres mía, que tampoco quieres serlo y aunque es un poco doloroso, prefiero que sea así. Prefiero estar distante de ti, no formular ilusiones en mi corazón que siente mucho y quiere todavía más. Y así ha sido siempre, yo no me hago ilusiones de las cosas que son imposibles; en realidad no es que sea algo que no pueda realizarse como tal, sencillamente tú no me perteneces y yo no te pertenezco. Yo encontraré a alguien que me ame con la misma pasión que yo y viceversa.
En fin, sólo quería saber que mejor sigo con mi plan; alejado, sin hacerme ilusiones ni provocar nada. Asesinas cada poco la ilusión que habías creado.
Pos data. Releí eso que escribí y suena demasiado dramático. Talvez ella nunca me ame, pero yo la seguiré amando. Y eso es todo, no es que duela, simplemente no me gusta pensar en tanto amor derrochado.
En fin, sólo quería saber que mejor sigo con mi plan; alejado, sin hacerme ilusiones ni provocar nada. Asesinas cada poco la ilusión que habías creado.
Pos data. Releí eso que escribí y suena demasiado dramático. Talvez ella nunca me ame, pero yo la seguiré amando. Y eso es todo, no es que duela, simplemente no me gusta pensar en tanto amor derrochado.
Otra vez tú (ella)
Hace unos momentos escuché tu voz por la bocina del teléfono. No sé qué hacías, con quién estabas, qué pasaba por tu mente o en dónde estabas, pero no importó. Al colgar el auricular una sonrisa acompañada de un suspiro (profundo, por cierto), se apoderó de mí. Quise gritarle al mundo de felicidad, pero recordé que estoy en la oficina del trabajo y no puedo hacer esas cosas porque me saldría de las normas, abandonaría el mundo de los normales y eso en esta sociedad ingrata resulta contraproducente.
Pensaba también en el otro día que nos vimos; inevitablemente estábamos frente a frente y permanecimos así alrededor de veinte increíbles minutos. No te veías radiante y espectacular (físicamente) como suelo apreciarte; eras simplemente tú, sin querer verte bonita ni con ganas de impresionar o aparentar. Usualmente no tienes maquillaje, así que era algo más natural que ver tu rostro virgen y la increíble sonrisa de la que eres portadora; era algo cautivador, un momento dirigiendo mi mirada hacia la tuya, sin decir algo por algunos segundos, sin pensar nada en otros, sólo te contemplé y sentía que tú eras mi futuro, por eso te lo dije. Me sentí cerca, aunque muy consciente de que tus sentimientos hacia mí no son idénticos a los míos, respecto de ti.
No quería besarte, como otras veces; no quería abrazarte, como lo hago usualmente; sólo quería hacerte saber que una vida a tu lado, es mejor que pocos segundos sin ti, queriendo estar contigo.
Me bastó respirar el mismo aire, compartir el mismo espacio, imaginar cómo sería el futuro a tu lado, suspirar por tomar tu mano y caminar junto a ti para siempre. Vimos gran parte de la ciudad desde lo alto del lugar incómodo en que estábamos; noté que sigues siendo una niña con aspiraciones adultas y eso me conquista. Preguntaste sobre el futuro, notaste el rubor de mis mejillas y te gustó saber que yo, ése que nunca cede y que parece que siempre tiene todo bajo control, también se descontrola y se descontrola precisamente por ti.
Ya sabes que te amo; te lo volví a decir, aunque no quieras que lo haga o que lo diga. Disfruto amándote, escucharte hablar (aunque sea de los chicos que te gustan porque he concluido que lo único que consigue mi felicidad, es tu felicidad). Sí, te amo.
Pensaba también en el otro día que nos vimos; inevitablemente estábamos frente a frente y permanecimos así alrededor de veinte increíbles minutos. No te veías radiante y espectacular (físicamente) como suelo apreciarte; eras simplemente tú, sin querer verte bonita ni con ganas de impresionar o aparentar. Usualmente no tienes maquillaje, así que era algo más natural que ver tu rostro virgen y la increíble sonrisa de la que eres portadora; era algo cautivador, un momento dirigiendo mi mirada hacia la tuya, sin decir algo por algunos segundos, sin pensar nada en otros, sólo te contemplé y sentía que tú eras mi futuro, por eso te lo dije. Me sentí cerca, aunque muy consciente de que tus sentimientos hacia mí no son idénticos a los míos, respecto de ti.
No quería besarte, como otras veces; no quería abrazarte, como lo hago usualmente; sólo quería hacerte saber que una vida a tu lado, es mejor que pocos segundos sin ti, queriendo estar contigo.
Me bastó respirar el mismo aire, compartir el mismo espacio, imaginar cómo sería el futuro a tu lado, suspirar por tomar tu mano y caminar junto a ti para siempre. Vimos gran parte de la ciudad desde lo alto del lugar incómodo en que estábamos; noté que sigues siendo una niña con aspiraciones adultas y eso me conquista. Preguntaste sobre el futuro, notaste el rubor de mis mejillas y te gustó saber que yo, ése que nunca cede y que parece que siempre tiene todo bajo control, también se descontrola y se descontrola precisamente por ti.
Ya sabes que te amo; te lo volví a decir, aunque no quieras que lo haga o que lo diga. Disfruto amándote, escucharte hablar (aunque sea de los chicos que te gustan porque he concluido que lo único que consigue mi felicidad, es tu felicidad). Sí, te amo.
Tú (ella)
Todo me recuerda a ti. Aunque bien sé que yo no te recuerdo, más bien simplemente no te olvido; no sé cómo hacerlo, el rubor en mis mejillas se hace presente. El otro día, ayer, preguntaste algunas cosas que me hicieron subir el color al rostro, ambos reímos al notar mi reacción; insististe y parecías disfrutar ese evento.
Siento de otra forma cuando se trata de ti. Pienso diferente, actúo mejor, respiro distinto si tú estás en el ambiente. Sonrío con más libertad, te veo con nerviosismo, me pareces asombrosamente bella. Es imposible no nombrar esas cualidades que me hacen suspirar sin querer, ver que todo es más bonito, sentirme liviano, padecer de sobresaltos y exabruptos internos.
No sé por qué, no sé cómo. Y la verdad tampoco me importa. Eso es lo que siento.
Las emociones se alborotan en mí al sentirte, al pensarte. La ilusión que se hace divina.
Estoy feliz y asombrado cómo éste amor ha madurado, cómo hay emociones alteradas, pero sensatas a la vez; percibo que no se trata de una distracción, de un amor pasajero, efímero, que sólo concluye una etapa de enamoramiento, precedida por una atracción física. En realidad creo que es algo más formado, con la altura requerida. Claro, eso es parte de mi imaginación y percepción, porque a lo mejor no sea así del todo. Al fin y al cabo, estoy consciente de que hay que seguir madurando, creciendo, encontrándonos cada uno consigo mismo; con lo peor y lo mejor de cada cual.
Agradezco mucho a Dios la oportunidad que me ha dado de ir cementando varias áreas de mi vida. A veces, en la alteración de sentimientos y emociones de la juventud adolescente creemos que estamos listos para el romance y nos equivocamos. Las pasiones y las revoluciones sexuales se apoderan de nuestros sentidos y controlarlos se hace difícil. Creemos que amar es intimar sexualmente con otra persona, pero en realidad eso no es sinónimo de amor y tampoco es lo más inteligente con tan escasos años.
Y la consecuencia de lograr superar esos momentos, es lograr una vida junto a tu pareja con una conciencia limpia y tranquila. Con la felicidad de que ambos están allí el uno para el otro y que no importa qué pasó antes, los recuerdos traen consigo pureza.
Siento de otra forma cuando se trata de ti. Pienso diferente, actúo mejor, respiro distinto si tú estás en el ambiente. Sonrío con más libertad, te veo con nerviosismo, me pareces asombrosamente bella. Es imposible no nombrar esas cualidades que me hacen suspirar sin querer, ver que todo es más bonito, sentirme liviano, padecer de sobresaltos y exabruptos internos.
No sé por qué, no sé cómo. Y la verdad tampoco me importa. Eso es lo que siento.
Las emociones se alborotan en mí al sentirte, al pensarte. La ilusión que se hace divina.
Estoy feliz y asombrado cómo éste amor ha madurado, cómo hay emociones alteradas, pero sensatas a la vez; percibo que no se trata de una distracción, de un amor pasajero, efímero, que sólo concluye una etapa de enamoramiento, precedida por una atracción física. En realidad creo que es algo más formado, con la altura requerida. Claro, eso es parte de mi imaginación y percepción, porque a lo mejor no sea así del todo. Al fin y al cabo, estoy consciente de que hay que seguir madurando, creciendo, encontrándonos cada uno consigo mismo; con lo peor y lo mejor de cada cual.
Agradezco mucho a Dios la oportunidad que me ha dado de ir cementando varias áreas de mi vida. A veces, en la alteración de sentimientos y emociones de la juventud adolescente creemos que estamos listos para el romance y nos equivocamos. Las pasiones y las revoluciones sexuales se apoderan de nuestros sentidos y controlarlos se hace difícil. Creemos que amar es intimar sexualmente con otra persona, pero en realidad eso no es sinónimo de amor y tampoco es lo más inteligente con tan escasos años.
Y la consecuencia de lograr superar esos momentos, es lograr una vida junto a tu pareja con una conciencia limpia y tranquila. Con la felicidad de que ambos están allí el uno para el otro y que no importa qué pasó antes, los recuerdos traen consigo pureza.
domingo, 25 de octubre de 2009
Ahhh...(suspiro, otra vez)
Las emociones son un enorme resbaladero con subidas y bajadas repentinas. Hoy a mí me tocó una subida.
Digo, así me siento. De tal forma que he decidido disfrutar eso y aprovecharlo, sentirme bien así, al menos hoy; no sé mañana, pero hoy quiero sentirme muy bien.
Me siento como en mis años adolescentes en pleno apogeo, donde lo más importante son los asuntos del corazón. Estoy a punto de liberarme, de desatar varias ideas que vienen con una gran velocidad a mi mente.
"Hoy recuerdo una canción que me hace pensar en ti; cuando suena percibo cuánto te amo. No sé cómo fue que te empecé a amar ni cuándo empezó a suceder. Todavía no comprendo a cabalidad qué cosa sucedió, pero siento una debilidad en mí cuando sonriendo veo en mi mente tu imagen; siento una emoción fuerte, un sobresalto, tengo una angustia adentro de mí, una cosa inexplicable, que no se puede retratar, dibujar ni conversar; sólo se puede afirmar.
Te amo, jaja. Y me río cuando estoy nervioso. Pero por supuesto que siempre lo digo en serio y por supuesto que sé que éste es un tiempo para esperar, para seguir creciendo y terminar de perfeccionar las ideas y asegurar sentimientos.
Me siento bien por eso. Me siento satisfecho por disfrutarte. No sé qué pase en el futuro, pero sí sé que cada segundo ha sido importante a tu lado; cada vez que he rozado tus manos, que me he acercado a ti.
Noto por supuesto cómo evitas el contacto físico entre ambos; sé que quizás no te gusto como debería y supongo que eso lo vayamos superando.
Ya dice: si pudiera, si tan sólo, tuviera la oportunidad de no amarte; escogería amarte exactamente igual.
Digo, así me siento. De tal forma que he decidido disfrutar eso y aprovecharlo, sentirme bien así, al menos hoy; no sé mañana, pero hoy quiero sentirme muy bien.
Me siento como en mis años adolescentes en pleno apogeo, donde lo más importante son los asuntos del corazón. Estoy a punto de liberarme, de desatar varias ideas que vienen con una gran velocidad a mi mente.
"Hoy recuerdo una canción que me hace pensar en ti; cuando suena percibo cuánto te amo. No sé cómo fue que te empecé a amar ni cuándo empezó a suceder. Todavía no comprendo a cabalidad qué cosa sucedió, pero siento una debilidad en mí cuando sonriendo veo en mi mente tu imagen; siento una emoción fuerte, un sobresalto, tengo una angustia adentro de mí, una cosa inexplicable, que no se puede retratar, dibujar ni conversar; sólo se puede afirmar.
Te amo, jaja. Y me río cuando estoy nervioso. Pero por supuesto que siempre lo digo en serio y por supuesto que sé que éste es un tiempo para esperar, para seguir creciendo y terminar de perfeccionar las ideas y asegurar sentimientos.
Me siento bien por eso. Me siento satisfecho por disfrutarte. No sé qué pase en el futuro, pero sí sé que cada segundo ha sido importante a tu lado; cada vez que he rozado tus manos, que me he acercado a ti.
Noto por supuesto cómo evitas el contacto físico entre ambos; sé que quizás no te gusto como debería y supongo que eso lo vayamos superando.
Ya dice: si pudiera, si tan sólo, tuviera la oportunidad de no amarte; escogería amarte exactamente igual.
viernes, 23 de octubre de 2009
Relatísimo
"Sé que probablemente tienes novio, pero talvez te interese saber que me pareces una chica encantadora, me gustas", le dije al acercarme, después de verla cruzar la calle.
Hacía varias semanas la venía observando; es una mujer exquisita, totalmente deseable.
A partir de ese día, ella me sonrió varias veces seguidas. Hoy, varios años después, sigo viéndola encantadora y me sigue gustando.
Recordamos cómo fui de atrevido alrededor de la chimenea junto a nuestros nietos.
Hacía varias semanas la venía observando; es una mujer exquisita, totalmente deseable.
A partir de ese día, ella me sonrió varias veces seguidas. Hoy, varios años después, sigo viéndola encantadora y me sigue gustando.
Recordamos cómo fui de atrevido alrededor de la chimenea junto a nuestros nietos.
Recordando
La música italiana y francesa, la de acordeones me hace recordar paseos familiares en la Avenida Reforma de la zona 10 de mi país. Es una zona burguesa, llena de restaurantes, discotecas, turistas; en esa avenida ancha de varios carriles que culminan en El Obelisco, se encuentran varios monumentos destacables; después de El Obelisco, se continúa esa calle sobre la Avenida Las Américas, donde hay también varias plazas como homenaje a distintos países de América. Los domingos en medio de esa avenida, hay niños jugando, cabras que jalan carretas con niños (costumbres curiosas de Guatemala) y un sinfín de vendedores.
Pero menciono eso porque tan sólo escuchar las notas de una canción de acordeones o la orquesta de Ray Conniff me hacen recordar eso. Me hacen pensar, mi imaginación se eleva y no puedo parar. Eso fue quizás entre los 8 a los 12 años de edad. Acostumbrábamos a salir los fines de semana a esos restaurantes de la zona 10, a un centro comercial de nombre Unicentro, a comer en Pollo Brujo (comida mexicana que ahora es cara y de menor calidad, según yo) o simplemente a estar allí, quizás porque eso es lo que muchas familias hacen.
Ahora que he crecido, prefiero caminar por el Parque Central del centro de la ciudad de Guatemala. Ver el Palacio Nacional de la Cultura, la Catedral Metropolitana y recorrer el centro histórico, con el riesgo de ser asaltado en cada esquina. No desprecio un viaje burgués, pero me gusta más sentirme identificado con las raíces de este país de tanta variedad y riqueza. Disfruto ver el Mapa en Relieve que está ubicado en el Hipódromo del Norte, en la zona 2 capitalina. Dicho mapa es una de las atracciones de la ciudad capital, pues tiene a escala toda la topografía guatemalteca.
Unas notas de música, pueden evocar gran cantidad de recuerdos. Cuánto más una persona, cuánto más una mirada. De recuerdos no se vive, pero se alegra la vida. El pasado es inmóvil, inútil para el presente y caduco para el futuro, según dicen. Pero el pasado es indudablemente el causante de nuestro presente. Las decisiones que tomaste hace varios años, afectan en la actualidad tu vida y la actualidad de tu vida determina precisamente tu futuro. Así que no desprecies el pasado, él es tu presente y ese presente establece el futuro.
No importa. Qué bonito es recordar y suspirar.
Pero menciono eso porque tan sólo escuchar las notas de una canción de acordeones o la orquesta de Ray Conniff me hacen recordar eso. Me hacen pensar, mi imaginación se eleva y no puedo parar. Eso fue quizás entre los 8 a los 12 años de edad. Acostumbrábamos a salir los fines de semana a esos restaurantes de la zona 10, a un centro comercial de nombre Unicentro, a comer en Pollo Brujo (comida mexicana que ahora es cara y de menor calidad, según yo) o simplemente a estar allí, quizás porque eso es lo que muchas familias hacen.
Ahora que he crecido, prefiero caminar por el Parque Central del centro de la ciudad de Guatemala. Ver el Palacio Nacional de la Cultura, la Catedral Metropolitana y recorrer el centro histórico, con el riesgo de ser asaltado en cada esquina. No desprecio un viaje burgués, pero me gusta más sentirme identificado con las raíces de este país de tanta variedad y riqueza. Disfruto ver el Mapa en Relieve que está ubicado en el Hipódromo del Norte, en la zona 2 capitalina. Dicho mapa es una de las atracciones de la ciudad capital, pues tiene a escala toda la topografía guatemalteca.
Unas notas de música, pueden evocar gran cantidad de recuerdos. Cuánto más una persona, cuánto más una mirada. De recuerdos no se vive, pero se alegra la vida. El pasado es inmóvil, inútil para el presente y caduco para el futuro, según dicen. Pero el pasado es indudablemente el causante de nuestro presente. Las decisiones que tomaste hace varios años, afectan en la actualidad tu vida y la actualidad de tu vida determina precisamente tu futuro. Así que no desprecies el pasado, él es tu presente y ese presente establece el futuro.
No importa. Qué bonito es recordar y suspirar.
Machos
Hay tantas cosas que ni qué.
Varias personas – especialmente mujeres – me han preguntado sobre qué es lo que me gusta de las mujeres o qué es lo que a los hombres en general nos atrae del género opuesto. Si me hablan del aspecto físico no tengo preferencia aunque suelo fijarme en los ojos – la mirada –, los labios y el cabello.
Si en cambio quieren saber qué me gusta de ellas interiormente, respondería que es la pureza, la honestidad, la espontaneidad, la capacidad de asombro y de sueños, la inteligencia, entre otras cualidades que quizás en este momento no tengo presentes para mencionarlas.
Sin embargo, no hay un prototipo de mujer que, particularmente, me resulte atractiva; es más bien un cúmulo de cualidades (físicas y espirituales) las que logran una conquista silenciosa.
Menciono eso porque la mujer se ha estereotipado por los medios masivos de información; si la chica no es alta, rubia, delgada y con unos pechos impresionantes sencillamente NO TIENE OPORTUNIDAD. Es fea, nadie la verá y terminará como una solterona en casa de sus padres. Eso es, mis queridos, totalmente falso.
La mujer es más que un objeto de placer. Las gentes (no personas y menos hombres) que sólo tienen a las mujeres para “quitarse las ganas”, han dejado la verdadera hombría escondida en algún lugar remoto. Ser hombre mis queridos, es no soportar tener relaciones sexuales con ella, pero aguantarse porque no es lo mejor para ambos. Ser hombre es proteger los sentimientos de la otra persona, es cuidar, consentir y regañar (cuando es necesario) a tu pareja.
Machos. Qué cosa más ridícula. Parece que el término “macho” implica mayor hombría o algo por el estilo, pero es una mentira.
A lo mejor por eso hay tantas mujeres que fingen placer; talvez por eso mienten con un quejido, que bien saben, hace que su pareja se sienta feliz, satisfecha por una mentira. Ja, cumplir con la tarea. Qué vergüenza.
Varias personas – especialmente mujeres – me han preguntado sobre qué es lo que me gusta de las mujeres o qué es lo que a los hombres en general nos atrae del género opuesto. Si me hablan del aspecto físico no tengo preferencia aunque suelo fijarme en los ojos – la mirada –, los labios y el cabello.
Si en cambio quieren saber qué me gusta de ellas interiormente, respondería que es la pureza, la honestidad, la espontaneidad, la capacidad de asombro y de sueños, la inteligencia, entre otras cualidades que quizás en este momento no tengo presentes para mencionarlas.
Sin embargo, no hay un prototipo de mujer que, particularmente, me resulte atractiva; es más bien un cúmulo de cualidades (físicas y espirituales) las que logran una conquista silenciosa.
Menciono eso porque la mujer se ha estereotipado por los medios masivos de información; si la chica no es alta, rubia, delgada y con unos pechos impresionantes sencillamente NO TIENE OPORTUNIDAD. Es fea, nadie la verá y terminará como una solterona en casa de sus padres. Eso es, mis queridos, totalmente falso.
La mujer es más que un objeto de placer. Las gentes (no personas y menos hombres) que sólo tienen a las mujeres para “quitarse las ganas”, han dejado la verdadera hombría escondida en algún lugar remoto. Ser hombre mis queridos, es no soportar tener relaciones sexuales con ella, pero aguantarse porque no es lo mejor para ambos. Ser hombre es proteger los sentimientos de la otra persona, es cuidar, consentir y regañar (cuando es necesario) a tu pareja.
Machos. Qué cosa más ridícula. Parece que el término “macho” implica mayor hombría o algo por el estilo, pero es una mentira.
A lo mejor por eso hay tantas mujeres que fingen placer; talvez por eso mienten con un quejido, que bien saben, hace que su pareja se sienta feliz, satisfecha por una mentira. Ja, cumplir con la tarea. Qué vergüenza.
sábado, 17 de octubre de 2009
Un beso
Hace días quiero escribir sobre un beso.
Es una experiencia única, diferente, entregas parte de ti en él. Lo puedes sentir todavía un tiempo después, no es tan fácil de hacerlo esfumar.
Ya he dicho que puede significar muchas cosas o ninguna cosa. Es un complemento perfecto. No sé quién fue el primer hombre que besó a una mujer o cómo lo hizo. No sé por qué Dios dispuso que tuviéramos interés en besar, que fuera así como se expresara el amor. No entiendo cómo Adán descubrió que besando a Eva le transmitiría su amor. O sea, ¿por qué cuando alguien nos gusta, cuando queremos a alguien, cuando amamos a alguien, por qué entonces tenemos curiosidad, ansiedad, necesidad por darle un beso? ¿por qué queremos tocar los labios de la otra persona con nuestros labios?, ¿por qué es ése un sello, un símbolo perfecto?
¿A quién se le ocurrieron los besos?, no sé, pero indudablemente fue atinado.
Agradezco a Dios no tener que inventar casi nada porque la gran mayoría de cosas han sido inventadas, sólo nos queda irlas mejorando, amoldando, pero definitivamente es una experiencia interesante.
Un beso nos pone nerviosos, ansiosos, interesados. No sé por qué, pero es una forma excelente de transmitir amor, cariño, amistad, respeto. Es un acto íntimo, sublime y especial.
Es una experiencia única, diferente, entregas parte de ti en él. Lo puedes sentir todavía un tiempo después, no es tan fácil de hacerlo esfumar.
Ya he dicho que puede significar muchas cosas o ninguna cosa. Es un complemento perfecto. No sé quién fue el primer hombre que besó a una mujer o cómo lo hizo. No sé por qué Dios dispuso que tuviéramos interés en besar, que fuera así como se expresara el amor. No entiendo cómo Adán descubrió que besando a Eva le transmitiría su amor. O sea, ¿por qué cuando alguien nos gusta, cuando queremos a alguien, cuando amamos a alguien, por qué entonces tenemos curiosidad, ansiedad, necesidad por darle un beso? ¿por qué queremos tocar los labios de la otra persona con nuestros labios?, ¿por qué es ése un sello, un símbolo perfecto?
¿A quién se le ocurrieron los besos?, no sé, pero indudablemente fue atinado.
Agradezco a Dios no tener que inventar casi nada porque la gran mayoría de cosas han sido inventadas, sólo nos queda irlas mejorando, amoldando, pero definitivamente es una experiencia interesante.
Un beso nos pone nerviosos, ansiosos, interesados. No sé por qué, pero es una forma excelente de transmitir amor, cariño, amistad, respeto. Es un acto íntimo, sublime y especial.
jueves, 15 de octubre de 2009
Corazón virgen
Ella tenía el corazón virgen, pero esa noche esa condición acabaría.
Amaba al chico con todo su corazón, era el primer novio que tenía; con él experimentó su primer beso hacía unos días, con él se tomó de la mano por primera vez, y fue él mismo el primer hombre que le regaló una rosa roja, que por cierto, tenía varias espinas.
El chico fue atraído por la sensualidad inocente de ella. Por esa sonrisa timorata y su mirada de niña.
Durante mucho tiempo él fingió que la amaba, fingió que disfrutaba las inocentadas cursilescas de una chica, especialmente si se trata de una chica con el corazón virgen. Él era por demás experimentado; en realidad la experiencia era del tipo práctico. Nunca había amado ni tampoco había sido amado, pero había tenido muchas novias, lo que le hacía creer tener autoridad en el tema romántico. Error. Repetir experiencias amorosas, sexuales o como sea que se llamen las relaciones que él mantenía, no implicaba ser un conocedor del asunto. Las pelotas de fútbol son usadas en muchos partidos y no por eso saben jugar; en realidad ocupan una posición diferente.
Ella tenía sus esperanzas puestas en un futuro con él. Creía que él era perfecto y que ella era perfecta por estar con él. Se sentía segura, sin miedo, como si ya tuviera en quién confiar. Error. Ningún ser humano puede confiar en otro ser humano porque poseen la misma condición.
Esa noche habían acordado que no se verían, pero ella quiso sorprenderlo llegando a su casa. Antes de terminar el camino hasta la puerta, ella lo vio a distancia y sintió un desmayo.
Estaba con una chica conocida por todos; conocida porque gustaba de ser besada y tocada por muchos hombres sin restricción alguna. Era bonita, pero fácil.
La chica del corazón virgen sintió cómo sus sentimientos fueron ultrajados. Lloró, se sintió como una tonta, le preguntó a Dios por qué a ella le pasaban esas cosas, quiso imaginar que nunca sucedió tal desgracia. Le contó a su mejor amiga, no durmió bien los próximos días, y después, al ver al chico, no lo quiso voltear a ver, no intentó si quiera ocultar su obvio malestar.
El corazón virgen dejó de serlo. Ahora ya había experimentado su primer desaire y estaba listo para continuar, porque después de enamorarnos y desilusionarnos, SIEMPRE NOS VOLVEMOS A ENAMORAR.
Amaba al chico con todo su corazón, era el primer novio que tenía; con él experimentó su primer beso hacía unos días, con él se tomó de la mano por primera vez, y fue él mismo el primer hombre que le regaló una rosa roja, que por cierto, tenía varias espinas.
El chico fue atraído por la sensualidad inocente de ella. Por esa sonrisa timorata y su mirada de niña.
Durante mucho tiempo él fingió que la amaba, fingió que disfrutaba las inocentadas cursilescas de una chica, especialmente si se trata de una chica con el corazón virgen. Él era por demás experimentado; en realidad la experiencia era del tipo práctico. Nunca había amado ni tampoco había sido amado, pero había tenido muchas novias, lo que le hacía creer tener autoridad en el tema romántico. Error. Repetir experiencias amorosas, sexuales o como sea que se llamen las relaciones que él mantenía, no implicaba ser un conocedor del asunto. Las pelotas de fútbol son usadas en muchos partidos y no por eso saben jugar; en realidad ocupan una posición diferente.
Ella tenía sus esperanzas puestas en un futuro con él. Creía que él era perfecto y que ella era perfecta por estar con él. Se sentía segura, sin miedo, como si ya tuviera en quién confiar. Error. Ningún ser humano puede confiar en otro ser humano porque poseen la misma condición.
Esa noche habían acordado que no se verían, pero ella quiso sorprenderlo llegando a su casa. Antes de terminar el camino hasta la puerta, ella lo vio a distancia y sintió un desmayo.
Estaba con una chica conocida por todos; conocida porque gustaba de ser besada y tocada por muchos hombres sin restricción alguna. Era bonita, pero fácil.
La chica del corazón virgen sintió cómo sus sentimientos fueron ultrajados. Lloró, se sintió como una tonta, le preguntó a Dios por qué a ella le pasaban esas cosas, quiso imaginar que nunca sucedió tal desgracia. Le contó a su mejor amiga, no durmió bien los próximos días, y después, al ver al chico, no lo quiso voltear a ver, no intentó si quiera ocultar su obvio malestar.
El corazón virgen dejó de serlo. Ahora ya había experimentado su primer desaire y estaba listo para continuar, porque después de enamorarnos y desilusionarnos, SIEMPRE NOS VOLVEMOS A ENAMORAR.
miércoles, 14 de octubre de 2009
De la atracción
Hay personas que tienen un atractivo indescriptible. O sea, hay algo que nos atrae pero no sabemos precisar qué es; simplemente se trata de una atracción latente.
A veces nos gusta la seriedad, a veces el humor, otras tantas la inteligencia y oportunamente nos encanta la nobleza; pueden ser muchas las causas de nuestra atracción y gusto para con alguien.
Ese alguien que nos pone nerviosos, nos hace pensar en él o ella todo el día, nos mantiene al tanto de “qué diría si estuviera aquí” o “qué haría en esta situación”; nos inunda, va ocupando de a poco nuestro pensamiento, se nos mete por debajo como un espía.
Cómo decir eso. La atracción no se sabe explicar. Es sólo algo, no es un mero enamoramiento todavía, es nada más un deseo, una gana, a lo mejor un gusto (entiéndase por “gusto”, cuando alguien te gusta).
A veces me gustan algunas personas, me atraen, pero no me enamoro y en algunos casos sencillamente no me enamoraré nunca de tal persona. Quizás me guste, me interese, pero nada más. O quién sabe, talvez sí me enamore.
Quería hablar de eso, que no es mero amor ni mero juego. Es cuando alguien te gusta.
A veces nos gusta la seriedad, a veces el humor, otras tantas la inteligencia y oportunamente nos encanta la nobleza; pueden ser muchas las causas de nuestra atracción y gusto para con alguien.
Ese alguien que nos pone nerviosos, nos hace pensar en él o ella todo el día, nos mantiene al tanto de “qué diría si estuviera aquí” o “qué haría en esta situación”; nos inunda, va ocupando de a poco nuestro pensamiento, se nos mete por debajo como un espía.
Cómo decir eso. La atracción no se sabe explicar. Es sólo algo, no es un mero enamoramiento todavía, es nada más un deseo, una gana, a lo mejor un gusto (entiéndase por “gusto”, cuando alguien te gusta).
A veces me gustan algunas personas, me atraen, pero no me enamoro y en algunos casos sencillamente no me enamoraré nunca de tal persona. Quizás me guste, me interese, pero nada más. O quién sabe, talvez sí me enamore.
Quería hablar de eso, que no es mero amor ni mero juego. Es cuando alguien te gusta.
lunes, 12 de octubre de 2009
Guardo un secreto a voces en mi alma. Se abriga en mi corazón un deseo expreso, un tanto desconocido, pero definitivamente muy alegre y encomiable.
En verdad te amo y en verdad me gustas. En verdad digo estas palabras que salen de algún lugar desconocido que solemos llamar “corazón”.
Me gustas pues.
Me gustas para mí.
Ayer te vi y lo volví a sentir: estoy enamorado de ti.
En verdad te amo y en verdad me gustas. En verdad digo estas palabras que salen de algún lugar desconocido que solemos llamar “corazón”.
Me gustas pues.
Me gustas para mí.
Ayer te vi y lo volví a sentir: estoy enamorado de ti.
viernes, 9 de octubre de 2009
Amores ridículos
Hay un libro que se parece al título de esta entrada.
Hay amores ridículos.
Jaja. Pienso que es cierto. Es decir, el amor es puro, es como es. Pero hay personas que se encuentran en situaciones ridículas, en situaciones románticas ridículas.
Soñando por quien nunca alcanzarán (no es ser pesimistas ni nada, simplemente hay personas que no alcanzaremos porque ya murieron, porque son artistas famosos, porque se casaron, etcétera) y eso lo hace ridículo. Es ridículo si te dice que no le gustas e insistes.
Así que casi todos hemos vivido eso. Particularmente soy exageradamente ridículo. Y esto es porque la chica que pretendo, no me acepta. Pero eso me ha pasado siempre.
Ayer le pregunté a alguien en el trabajo que cuál era el nombre de la persona que más recientemente se había enamorado de ella, y me contestó que nunca nadie en su vida se había enamorado de ella. No le creí. Hoy ella me preguntó lo mismo y le respondí que creo que en mi vida, sólo dos personas se han enamorado verdaderamente de mí.
Claro, quizás le he gustado a algunas más, pero al hablar de enamoramiento, el número se reduce a dos. O quizás tres, pero de dos tengo certeza.
Y los amores de ellas son interesantes. Físicamente no soy muy atractivo, sentimentalmente soy conflictivo. Así que, qué podrían querer de mí. No lo sé y por eso vivo agradecido.
En fin. Disfruta tus amores ridículos.
Quizás algún día se hagan realidad.
Sólo dos se enamoraron de mí, y lo sé porque lo han dicho. Lamentablemente soy de los que cree las cosas hasta que se las dicen. Así que necesito escucharlo de sus labios, para entender que se ENAMORÓ DE MÍ. Cosa complicada que en nada se relaciona cuando le gustas a alguien.
Je, un abrazo. Buen fin de semana. Busquen una excusa para sonreír y amar siempre.
Hay amores ridículos.
Jaja. Pienso que es cierto. Es decir, el amor es puro, es como es. Pero hay personas que se encuentran en situaciones ridículas, en situaciones románticas ridículas.
Soñando por quien nunca alcanzarán (no es ser pesimistas ni nada, simplemente hay personas que no alcanzaremos porque ya murieron, porque son artistas famosos, porque se casaron, etcétera) y eso lo hace ridículo. Es ridículo si te dice que no le gustas e insistes.
Así que casi todos hemos vivido eso. Particularmente soy exageradamente ridículo. Y esto es porque la chica que pretendo, no me acepta. Pero eso me ha pasado siempre.
Ayer le pregunté a alguien en el trabajo que cuál era el nombre de la persona que más recientemente se había enamorado de ella, y me contestó que nunca nadie en su vida se había enamorado de ella. No le creí. Hoy ella me preguntó lo mismo y le respondí que creo que en mi vida, sólo dos personas se han enamorado verdaderamente de mí.
Claro, quizás le he gustado a algunas más, pero al hablar de enamoramiento, el número se reduce a dos. O quizás tres, pero de dos tengo certeza.
Y los amores de ellas son interesantes. Físicamente no soy muy atractivo, sentimentalmente soy conflictivo. Así que, qué podrían querer de mí. No lo sé y por eso vivo agradecido.
En fin. Disfruta tus amores ridículos.
Quizás algún día se hagan realidad.
Sólo dos se enamoraron de mí, y lo sé porque lo han dicho. Lamentablemente soy de los que cree las cosas hasta que se las dicen. Así que necesito escucharlo de sus labios, para entender que se ENAMORÓ DE MÍ. Cosa complicada que en nada se relaciona cuando le gustas a alguien.
Je, un abrazo. Buen fin de semana. Busquen una excusa para sonreír y amar siempre.
martes, 6 de octubre de 2009
Si el "hubiera", se convirtiera en "fue"
“Desconozco muchas cosas de tu vida. Tengo curiosidad por entender algunos vestigios del transcurrir de tus años de existencia. Pero eso no descompone lo que indudablemente siento; ese sentir que no busca, no pretende y que tampoco tiene relación con lo romántico”.
Hace muchos años hubiese querido hablar con alguien. Alguien que nunca supe quién era, pero que siempre quise saberlo. Alguien que estuvo muy cerca, pero a la vez estaba a una enorme distancia. Alguien a quien de plano tuve la oportunidad de conocer y la desperdicié. Alguien que talvez hubiera cambiado parte importante de mi historia y a quien yo también le hubiera cambiado la vida; quizás, sólo talvez, pero no lo sé ni lo sabré. Quise decir, alguna vez, un día de tantos que la vi pasar, algo como esto:
Hola, ¿estás bien? Te he visto y noto que eres callada, inteligente, pero sobre todo interesante. No me digas que no tienes nada de especial, esa es decisión mía; es asunto mío determinar cómo creo que eres.
Talvez ella hubiera sonreído y el color de la piel de su rostro se hubiera enrojecido. Un momento, para continuar relatando necesito sacudirme de ese “hubiera”, porque ya dicen que el “hubiera”, no existe y en mi caso, efectivamente, ese hubiera nunca existió, pero me permitiré creer que el “hubiera” fue mi realidad, que ese “hubiera” es un “sucedió de esta manera”; así que mejor diré las cosas como si “hubieran” (es la última vez, lo prometo) sucedido en realidad, lo daré por hecho.
Prosigamos:
Ella se ruborizó cuando yo le hablé. Noté que un par de sus amigas, las inseparables de siempre, la veían a distancia y se burlaban de sus notables nervios por estar precisamente frente a mí. Por supuesto, yo ignoré sus nervios para que no se pusiera más nerviosa y así ayudar a que se concentrase en la plática del momento. De pronto sonrió y pensé para mí “no es tan fea después de todo; de hecho, es bonita”. Yo hice como si reía, me hice el importante, saludé a un amigo que pasó cerca para verificar que todo estuviera en orden y asegurarse de que yo no necesitara una excusa para irme, algo como “tengo que ir con mi amigo” o “tenemos pendiente una tarea”. Era un buen auxilio, pero entendió mi señal y supo que todo iba por buen camino, que no tenía que interrumpir mi plática con la chica, pues yo me sentía a gusto con ella.
Sonó el timbre que avisaba que era el momento de iniciar las clases; no hablamos casi nada, igual que las otras veces, pero ahora, no sé por qué, yo tenía el presentimiento de que esta vez todo sería diferente. Esa tarde pensé en la sonrisa que me dedicó sin saberlo. Sólo pensé, no se trataba de otra cosa más que de un pensamiento que se desvaneció al encender la televisión. Ella en cambio, pasó la tarde con sus amigas del vecindario, les contó que me había acercado y que se había sentido nerviosa, pero sobre todo, les habló de lo que sucedió después, a la hora del receso.
Cuando sonó el timbre que avisaba el inicio de clases, le di un beso y pregunté con tono de sugerencia “¿hablamos a la hora del receso?”, ella asintió, diciendo “ajá”. Caminé derecho, erguido, lento, como quien no quiere la cosa. Ella, a dos metros, volteó a verme, como queriendo que mi mirada se encontrase con la suya.
A la hora del receso, yo averigüe de qué salón saldría ella y traté de coincidir, como accidentalmente. Por supuesto, me hice el difícil hasta que ella me saludó a distancia, como accidentalmente. No sé por qué queríamos hacer que todo pareciera como un accidente, cuando ambos sabíamos lo que buscábamos. En realidad, ella siempre me pareció distante, distante de mí, seria, importante, que no tenía tiempo para perder conmigo; porque aunque yo sabía que le gustaba, pues tampoco eso quería decir que ella me necesitara; es que se miraba tan importante, tan egocéntrica y segura de cada paso que daba, que alguien como yo, con la autoestima en picada, no tendría de ningún modo acceso a conocerla. Sólo quería saludarla, ver quién era, saber de qué se trataba esa chica que me veía de lejos, sin disimulo y con mucha transparencia de sentimientos. En fin, ese día, en el receso, ella estaba nerviosa por dentro, temblaba; la forma de reflejarlo fue la exagerada seriedad y lo similar a un témpano de hielo que se mostró. Tenía que sacarle cada palabra con técnicas de comunicación avanzadas porque ella no hacía más que contestar exactamente a mis preguntas sin poder siquiera hilvanar un proceso de retroalimentación que nos hiciera conversar más de dos minutos. Fuera del “cómo estás”, “qué tal las tareas”, no teníamos un diálogo ni nada en común que nos ayudase.
Yo pequé de galante y presumido y le dije “me contaron que querías conocerme”. El rubor volvió a notársele en las mejillas y sonreí a sabiendas de lo que sucedía en el ambiente. Ella respondió “pues si”. Me pareció atrevido de su parte. Cualquiera quizás lo negaría, simplemente cambiaría de tema o qué sé yo, preguntaría “quién te lo dijo”. Pero no, ella se armó de valor y contestó “pues si”.
Ante tal exceso de honestidad no supe cómo reaccionar, no lo esperaba, al menos no así ni tan rápido. “Pues mucho gusto”, procuré mantener la plática. Ella rió alegre y contestó “igualmente”.
Otra vez, la sonrisa de disipó con la seriedad característica de su rostro. Me preocupaba verla seria, no sabía si era por mí o qué pasaba. A la verdad al observarla de lejos parecía muy sonriente con sus amigas. Hablaba de mí y se reía, pero al estar conmigo, las muecas alegres desaparecían y todo era seriedad. Quería aparentar más edad, ser más seria, madura e importante cuando estaba conmigo. Creía que yo buscaba alguien así, alguien muy importante. Es que yo le parecía importante, serio, apático, creído, lejano, enigmático, interesante, raro, lindo y por si fuera poco, guapo. En definitiva, creía que yo era alguien lejano, calculador y que no tenía tiempo para tonterías infantiles como las de ella
“Caminemos, tengo ganas de caminar”, mentí. Ella asintió y dijo “sí, yo también”, no sé si era verdad su deseo de andar sin rumbo hablando vanalidades, pero eso respondió. En realidad yo sólo quería presumir un poco, quería que todos vieran que estaba con una chica, una chica diferente al resto de las que ya habían estado conmigo. Alguien pensaría “una más”, otro quizás me criticaría, pero en realidad quería descubrirla, desnudar un poco sus sentimientos, arañar su alma, desenterrar algo.
La sentí fría nuevamente, pero pensé que era momento de dejar de tener eso como obstáculo. Sin preámbulo alguno y sin tanta meditación, le pregunté: ¿por qué te gusto?, se ruborizó en exceso, más que las otras veces (pensándolo bien el color de su rostro cambiaba muy seguido) y ella dijo, como niña que era – y que sigue siendo – “no lo sé…, sólo me gustas”. Ese “sólo me gustas” salió de su alma, no lo dijo simplemente así, emergió de algún lugar recóndito de su ser.
Llegamos a un lugar en nuestra andada sin sentido en que no había nadie, nos encontramos completamente solos. Volteé y le supliqué que me dejara verla, sólo contemplarla, ella sonrió, volvió a ruborizarse y dijo “ay…”, pero se puso allí, se mostró.
A partir de ese día nos hicimos inseparables. Le tendí mi amistad y ella fingió que eso le bastaba. Pasaron los años, cada quien tomó su rumbo y aunque no perdimos la comunicación, el interés sí se desinfló un poco. Ella confesó que había tenido un novio, pero que la cosa no había funcionado porque él finalmente no era como parecía al principio; resultó ser un poco lento, poco hablador y ella necesitaba exactamente lo contrario.
Años después, la llamé, escuché su voz alegre al otro lado y le pregunté si podía hacer un tiempo para mí, el próximo sábado. Nos saludamos efusivamente llegada la fecha y hora acordadas, tomamos un café frío (para fingir que somos maduros, aunque en realidad a mí me gusta el café), entramos al cine contiguo a la cafetería. Y justo cuando se apagaron las luces definitivamente, para iniciar la proyección. Volteé a verla y la besé. Ella tembló, se apresuró, me abrazó como si yo fuese a salir corriendo, me presionó hacia ella, y la historia de nuestras vidas fue diferente.
Si el hubiera se convirtiera en fue.
Post data. No quise entrar en detalles porque no lo soportaría, sería demasiado cruel. La historia fue diferente, el presente es distinto. Hoy no sé quién es ella aunque la haya visto por primera vez hace muchos años, y ella tampoco. No soy suyo ni ella me pertenece. Sólo queda imaginar que todo “hubiera” sido perfecto, que talvez ahora la vida nos da una segunda oportunidad de retar al destino y nada más. Ella me quiere como desde aquel entonces y a veces yo también la quise.
Hace muchos años hubiese querido hablar con alguien. Alguien que nunca supe quién era, pero que siempre quise saberlo. Alguien que estuvo muy cerca, pero a la vez estaba a una enorme distancia. Alguien a quien de plano tuve la oportunidad de conocer y la desperdicié. Alguien que talvez hubiera cambiado parte importante de mi historia y a quien yo también le hubiera cambiado la vida; quizás, sólo talvez, pero no lo sé ni lo sabré. Quise decir, alguna vez, un día de tantos que la vi pasar, algo como esto:
Hola, ¿estás bien? Te he visto y noto que eres callada, inteligente, pero sobre todo interesante. No me digas que no tienes nada de especial, esa es decisión mía; es asunto mío determinar cómo creo que eres.
Talvez ella hubiera sonreído y el color de la piel de su rostro se hubiera enrojecido. Un momento, para continuar relatando necesito sacudirme de ese “hubiera”, porque ya dicen que el “hubiera”, no existe y en mi caso, efectivamente, ese hubiera nunca existió, pero me permitiré creer que el “hubiera” fue mi realidad, que ese “hubiera” es un “sucedió de esta manera”; así que mejor diré las cosas como si “hubieran” (es la última vez, lo prometo) sucedido en realidad, lo daré por hecho.
Prosigamos:
Ella se ruborizó cuando yo le hablé. Noté que un par de sus amigas, las inseparables de siempre, la veían a distancia y se burlaban de sus notables nervios por estar precisamente frente a mí. Por supuesto, yo ignoré sus nervios para que no se pusiera más nerviosa y así ayudar a que se concentrase en la plática del momento. De pronto sonrió y pensé para mí “no es tan fea después de todo; de hecho, es bonita”. Yo hice como si reía, me hice el importante, saludé a un amigo que pasó cerca para verificar que todo estuviera en orden y asegurarse de que yo no necesitara una excusa para irme, algo como “tengo que ir con mi amigo” o “tenemos pendiente una tarea”. Era un buen auxilio, pero entendió mi señal y supo que todo iba por buen camino, que no tenía que interrumpir mi plática con la chica, pues yo me sentía a gusto con ella.
Sonó el timbre que avisaba que era el momento de iniciar las clases; no hablamos casi nada, igual que las otras veces, pero ahora, no sé por qué, yo tenía el presentimiento de que esta vez todo sería diferente. Esa tarde pensé en la sonrisa que me dedicó sin saberlo. Sólo pensé, no se trataba de otra cosa más que de un pensamiento que se desvaneció al encender la televisión. Ella en cambio, pasó la tarde con sus amigas del vecindario, les contó que me había acercado y que se había sentido nerviosa, pero sobre todo, les habló de lo que sucedió después, a la hora del receso.
Cuando sonó el timbre que avisaba el inicio de clases, le di un beso y pregunté con tono de sugerencia “¿hablamos a la hora del receso?”, ella asintió, diciendo “ajá”. Caminé derecho, erguido, lento, como quien no quiere la cosa. Ella, a dos metros, volteó a verme, como queriendo que mi mirada se encontrase con la suya.
A la hora del receso, yo averigüe de qué salón saldría ella y traté de coincidir, como accidentalmente. Por supuesto, me hice el difícil hasta que ella me saludó a distancia, como accidentalmente. No sé por qué queríamos hacer que todo pareciera como un accidente, cuando ambos sabíamos lo que buscábamos. En realidad, ella siempre me pareció distante, distante de mí, seria, importante, que no tenía tiempo para perder conmigo; porque aunque yo sabía que le gustaba, pues tampoco eso quería decir que ella me necesitara; es que se miraba tan importante, tan egocéntrica y segura de cada paso que daba, que alguien como yo, con la autoestima en picada, no tendría de ningún modo acceso a conocerla. Sólo quería saludarla, ver quién era, saber de qué se trataba esa chica que me veía de lejos, sin disimulo y con mucha transparencia de sentimientos. En fin, ese día, en el receso, ella estaba nerviosa por dentro, temblaba; la forma de reflejarlo fue la exagerada seriedad y lo similar a un témpano de hielo que se mostró. Tenía que sacarle cada palabra con técnicas de comunicación avanzadas porque ella no hacía más que contestar exactamente a mis preguntas sin poder siquiera hilvanar un proceso de retroalimentación que nos hiciera conversar más de dos minutos. Fuera del “cómo estás”, “qué tal las tareas”, no teníamos un diálogo ni nada en común que nos ayudase.
Yo pequé de galante y presumido y le dije “me contaron que querías conocerme”. El rubor volvió a notársele en las mejillas y sonreí a sabiendas de lo que sucedía en el ambiente. Ella respondió “pues si”. Me pareció atrevido de su parte. Cualquiera quizás lo negaría, simplemente cambiaría de tema o qué sé yo, preguntaría “quién te lo dijo”. Pero no, ella se armó de valor y contestó “pues si”.
Ante tal exceso de honestidad no supe cómo reaccionar, no lo esperaba, al menos no así ni tan rápido. “Pues mucho gusto”, procuré mantener la plática. Ella rió alegre y contestó “igualmente”.
Otra vez, la sonrisa de disipó con la seriedad característica de su rostro. Me preocupaba verla seria, no sabía si era por mí o qué pasaba. A la verdad al observarla de lejos parecía muy sonriente con sus amigas. Hablaba de mí y se reía, pero al estar conmigo, las muecas alegres desaparecían y todo era seriedad. Quería aparentar más edad, ser más seria, madura e importante cuando estaba conmigo. Creía que yo buscaba alguien así, alguien muy importante. Es que yo le parecía importante, serio, apático, creído, lejano, enigmático, interesante, raro, lindo y por si fuera poco, guapo. En definitiva, creía que yo era alguien lejano, calculador y que no tenía tiempo para tonterías infantiles como las de ella
“Caminemos, tengo ganas de caminar”, mentí. Ella asintió y dijo “sí, yo también”, no sé si era verdad su deseo de andar sin rumbo hablando vanalidades, pero eso respondió. En realidad yo sólo quería presumir un poco, quería que todos vieran que estaba con una chica, una chica diferente al resto de las que ya habían estado conmigo. Alguien pensaría “una más”, otro quizás me criticaría, pero en realidad quería descubrirla, desnudar un poco sus sentimientos, arañar su alma, desenterrar algo.
La sentí fría nuevamente, pero pensé que era momento de dejar de tener eso como obstáculo. Sin preámbulo alguno y sin tanta meditación, le pregunté: ¿por qué te gusto?, se ruborizó en exceso, más que las otras veces (pensándolo bien el color de su rostro cambiaba muy seguido) y ella dijo, como niña que era – y que sigue siendo – “no lo sé…, sólo me gustas”. Ese “sólo me gustas” salió de su alma, no lo dijo simplemente así, emergió de algún lugar recóndito de su ser.
Llegamos a un lugar en nuestra andada sin sentido en que no había nadie, nos encontramos completamente solos. Volteé y le supliqué que me dejara verla, sólo contemplarla, ella sonrió, volvió a ruborizarse y dijo “ay…”, pero se puso allí, se mostró.
A partir de ese día nos hicimos inseparables. Le tendí mi amistad y ella fingió que eso le bastaba. Pasaron los años, cada quien tomó su rumbo y aunque no perdimos la comunicación, el interés sí se desinfló un poco. Ella confesó que había tenido un novio, pero que la cosa no había funcionado porque él finalmente no era como parecía al principio; resultó ser un poco lento, poco hablador y ella necesitaba exactamente lo contrario.
Años después, la llamé, escuché su voz alegre al otro lado y le pregunté si podía hacer un tiempo para mí, el próximo sábado. Nos saludamos efusivamente llegada la fecha y hora acordadas, tomamos un café frío (para fingir que somos maduros, aunque en realidad a mí me gusta el café), entramos al cine contiguo a la cafetería. Y justo cuando se apagaron las luces definitivamente, para iniciar la proyección. Volteé a verla y la besé. Ella tembló, se apresuró, me abrazó como si yo fuese a salir corriendo, me presionó hacia ella, y la historia de nuestras vidas fue diferente.
Si el hubiera se convirtiera en fue.
Post data. No quise entrar en detalles porque no lo soportaría, sería demasiado cruel. La historia fue diferente, el presente es distinto. Hoy no sé quién es ella aunque la haya visto por primera vez hace muchos años, y ella tampoco. No soy suyo ni ella me pertenece. Sólo queda imaginar que todo “hubiera” sido perfecto, que talvez ahora la vida nos da una segunda oportunidad de retar al destino y nada más. Ella me quiere como desde aquel entonces y a veces yo también la quise.
De cuando se enamoran de ti
¿Has tenido la oportunidad de gustarle a alguien?, ¿has tenido la gracia de que alguien se enamore de ti?
Es un lujo y un verdadero honor.
Uno, especialmente nosotros los hombres, tenemos en nuestras manos los sentimientos de alguien, tenemos en nuestro poder dibujar una sonrisa en los labios de esa otra persona o de destrozar su corazón y amargarla sentimentalmente por mucho tiempo. Digo que especialmente nosotros los hombres tenemos esa oportunidad, porque generalmente somos nosotros quienes no pensamos mucho en el daño a nivel emocional que podemos provocar, nada más buscamos satisfacer nuestros instintos carnales.
O sea, un hombre no le pone tanto asunto a un “te amo”, es nada más una forma de conquistar. Para las mujeres decir esa frasesita es un acto trascendental, es algo que no se dice la noche a la mañana ni tan fácilmente. Además tiene un significado demasiado especial. Es decir, para una mujer no es una forma de conquistar, es una declaración jurada de amor.
Particularmente, no lo digo egocéntricamente, trato de honrar y respetar a la mujer, especialmente si me favorecen sus sentimientos. Es un privilegio y aunque no siempre pueda corresponder, siempre busco que la otra persona se sienta bien a mi lado porque yo he estado en su lugar y enamorarse y que no se enamoren de ti generalmente es una tragedia dramática o una tragicomedia. Me gusta pensar que conmigo puede ser simplemente una comedia. Un acto divertido.
Me gusta divertirme, aunque tengo conceptos distintos de los que la mayoría tiene respecto de la palabra “divertido”. No me parece divertido andar con una y con otra, me parece emocionante amar con toda mi alma a una sola persona. Okay, dije: amar con toda mi alma, eso no es algo sencillo, es una cosa verdaderamente interesante, emocionante, así es pues que quizás por eso soy muy selectivo.
¿Qué intento decir?, sólo quiero transmitir que si le gustas a alguien trates de proteger sus sentimientos, eso es lo más importante. Ser honrado, decente y respetuoso. Grábate esto: tú no le haces un favor al chico o chica que le gustas cuando le hablas o le dedicas tiempo. En realidad, esa persona te favorece a ti, te entrega parte de sus gustos.
Y mis queridos que están enamorados sin ser correspondidos, estoy de su lado. Sigamos amando, usemos como consigna que cada vez que podamos estar cerca de esa persona que nos hace suspirar, vamos a disfrutar al máximo esos momentos; no importa que no nos corresponda, trataremos de pasarla bien, de divertirnos. INDUDABLEMENTE habrá quien se sienta atraído por ti. Y ese no es un consuelo tonto ni una esperanza enfermiza, es un homenaje a eso que se llama amor.
Es un lujo y un verdadero honor.
Uno, especialmente nosotros los hombres, tenemos en nuestras manos los sentimientos de alguien, tenemos en nuestro poder dibujar una sonrisa en los labios de esa otra persona o de destrozar su corazón y amargarla sentimentalmente por mucho tiempo. Digo que especialmente nosotros los hombres tenemos esa oportunidad, porque generalmente somos nosotros quienes no pensamos mucho en el daño a nivel emocional que podemos provocar, nada más buscamos satisfacer nuestros instintos carnales.
O sea, un hombre no le pone tanto asunto a un “te amo”, es nada más una forma de conquistar. Para las mujeres decir esa frasesita es un acto trascendental, es algo que no se dice la noche a la mañana ni tan fácilmente. Además tiene un significado demasiado especial. Es decir, para una mujer no es una forma de conquistar, es una declaración jurada de amor.
Particularmente, no lo digo egocéntricamente, trato de honrar y respetar a la mujer, especialmente si me favorecen sus sentimientos. Es un privilegio y aunque no siempre pueda corresponder, siempre busco que la otra persona se sienta bien a mi lado porque yo he estado en su lugar y enamorarse y que no se enamoren de ti generalmente es una tragedia dramática o una tragicomedia. Me gusta pensar que conmigo puede ser simplemente una comedia. Un acto divertido.
Me gusta divertirme, aunque tengo conceptos distintos de los que la mayoría tiene respecto de la palabra “divertido”. No me parece divertido andar con una y con otra, me parece emocionante amar con toda mi alma a una sola persona. Okay, dije: amar con toda mi alma, eso no es algo sencillo, es una cosa verdaderamente interesante, emocionante, así es pues que quizás por eso soy muy selectivo.
¿Qué intento decir?, sólo quiero transmitir que si le gustas a alguien trates de proteger sus sentimientos, eso es lo más importante. Ser honrado, decente y respetuoso. Grábate esto: tú no le haces un favor al chico o chica que le gustas cuando le hablas o le dedicas tiempo. En realidad, esa persona te favorece a ti, te entrega parte de sus gustos.
Y mis queridos que están enamorados sin ser correspondidos, estoy de su lado. Sigamos amando, usemos como consigna que cada vez que podamos estar cerca de esa persona que nos hace suspirar, vamos a disfrutar al máximo esos momentos; no importa que no nos corresponda, trataremos de pasarla bien, de divertirnos. INDUDABLEMENTE habrá quien se sienta atraído por ti. Y ese no es un consuelo tonto ni una esperanza enfermiza, es un homenaje a eso que se llama amor.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)