Nunca pensé que escribiría la veinte.
Hace casi una semana te vi después de mucho tiempo. Contrario a lo que cualquiera podría pensar, no te estaba huyendo, esperaba con ansias encontrarte frente a mí. Sólo que los nervios y el deseo de encontrarme pleno para ese reencuentro me hacen parecer tonto, extremadamente serio además.
No sé si leas esto, es difícil. Y aunque lo hicieras, sé que nunca me lo dirás, o al menos no por ahora.
Esperaba darte un abrazo, lo intenté y fingí no percatarme que lo despreciaste. Me saludaste cordialmente, como diciendo "la educación no pelea con nadie, saludémonos de una vez por todas y ya, punto final a esa duda mutua de cómo reaccionaremos".
Te veías simpática como siempre. Envidié aquellos momentos en que conversábamos cuando recién nos conocimos y buscabas hablarme más para ser amable y buena líder que por una amistad pura y verdadera. La última vez que te pedí tu amistad me dijiste que no te interesaba "ni siquiera eso". Fue doloroso.
Ahora que te volví a ver, quise verte a los ojos, tal vez preguntarte cómo has estado (de rutina) y volver a preguntarte "de verdad" (porque me interesa en serio).
Sólo quería que supieras que no pasé desapercibido nuestro encuentro. Soy iluso, pero a veces sueño otra vez con vos. Ya sé que estoy loco y soy demasiado necio.
El amor nunca deja de ser.
P. D. Tu hermana me dijo que vos manejás muy despacio y que por eso llegaron tarde; aunque también confesó que ella, como era de suponerse, se levantó tarde. Dame un beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario