jueves, 24 de marzo de 2011

Estoy cansado

Encuentro mi corazón un poco cansado.  La mitad de latir (no estoy viejo, sólo cansado para eso hace falta: descansar) y la otra mitad de sentir.

Entre mi latir y mi sentir se encuentra un espacio mínimo.  Quizás el espacio no es espacio como tal, sino una simple división que debe existir para que haya diferencia.

Me toma tiempo comprender cómo funcionan los corazones y las mentes ajenas.  A veces quisiera simplemente compartir el corazón - no en el estricto sentido romántico, sino relacional - con otra persona.  Sólo quisiera ir a un lugar, equis, y tenerle ahí, indefectiblemente.  Hacer lo que quiera.  Verla, decirle aquellas cosas que quiero decirle porque eso pienso.  Hablar sobre política si me da la gana, hablar de sexo si quiero, o decirle de la religión, aquellas cosas que me carcomen.

Me gustaría caminar, estar en alguna montaña alta, verle, sólo, sin explicar algo.  Sin excusarme, sin el desgraciado sentimiento de posesión sobre la otra persona.  Que la libertad exista, de odiarle o de amarle.

No necesito una musa, como me dijo alguien.  Ni siquiera necesito una excusa.

El amor es en esencia: tener la libertad de amar a cualquiera, y decidir amar a la misma persona, cada día.

Quisiera tomar café con ella.  Reformulo: quisiera beber chocolate viendo el lago de Atitlán, desde Panajachel, en Sololá.

Me gustaría escuchar jazz al tiempo que los multicolores indígenas pasan, ofrecen productos que venden también en la zona uno de la ciudad de Guatemala, pero que allá por alguna razón parecen ser más típicos.

Me gustaría después escuchar sonidos típicos, luego escuchar el silencio.  Quisiera esperar que anochezca, sin tener ninguna pena por la cosa que pasará si despierto tarde.  Desearía tener esa compañía, pero no la compañía que acompaña el cuerpo, sino la compañía que acompaña al alma.

No necesito una mujer para darle un beso, tomarle la mano o para entrar y salir de su cuerpo; tal vez sólo quiero un ser humano extraordinario.  Y conozco seres humanos extaordinarios.  La mayoría de ellos, fríos como el hielo, pero con una luz que ni ellos mismos ven y lo confunden con su carácter egocéntrico, frívolo, con esa desgraciada incapacidad de sentir; diré más aún: no tienen incapacidad de sentir, tienen incapacidad de expresar aquello que sienten, pero que está ahí.  No está ahí tan apasionadamente como en la gente cursilesca, no está ahí tan al borde de la vista como en aquellos que dedican poemas, escriben cartas y regalan flores, pero está.  Está escondido, encerrado.

Y  yo.  Sólo estoy un poco cansado.  No desilusionado, aunque al borde.  Estoy feliz, pero consciente de que la vida nunca pudo ser mejor ni peor.  La vida es cada vez, eso es todo.

Me divierte soliloquiar como en este caso.  Me gusta, me fascina que la gente me sonría sin razón.  Me entretiene que las personas se tomen el tiempo de querer descubrirme.

Quiero ser aquello que soñaste sin dejar de ser lo que yo siempre soñé ser.

Quiero decir lo que nunca dije y sentir, aunque sea la mitad de lo que se siente cuando todo empieza a suceder adentro de ti y viene de afuera.

Ya sé que no has vivido la experiencia de no soportar vivir sin la otra persona, no concebir tu día sin leer algo que te lleve a él o a ella, no soportar expresarle lo que te provoca: que te gusta, que te agrada, que le quieres, que le amas o que ocasionalmente le odias.

Amar es también haber odiado a esa misma persona algunas veces.  Es tener razones, todas, suficientes, para odiarle, pero aún así amarle.

Amar es tener argumentos válidos para odiar, pero de todas formas amarle.  Y no digo que quieras odiarle sólo porque sí; amar es dar, aún sin recibir.

La persona que esté dispuesta a proteger los sentimientos ajenos, aún sobre los suyos, encontró aquello que la gente busca en canciones, en letras y en tanto lugar: amor.

La persona que esté en la disposición de trabajar para que otro coma, ama.  El que está dispuesto a destaparse, para que otro se tape, ama.  Y en definitiva aquel que pone el bien ajeno, pese al suyo, aprendió a amar.


Estoy cansado.  Nomás tantito.  Pero estoy hartamente feliz.

Hoy estoy feliz, me encuentro a mí mismo feliz.  Feliz porque la muchosidad me abriga.

Feliz porque sí.  Sólo porque sí.



Post data.  Mucho gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario