miércoles, 23 de marzo de 2011

Admisión número uno

Estaba ya descansando, me cepillé los dientes y me decidí, ya que vi la computadora de mi hermano encendida, a escribir algo que siento.

Mi primera admisión.

Cuando la vi entrar a través de la puerta de cristal, mientras yo leía un libro de la manipulación de Televisa en México, como ponen y quitan presidentes del país mexicano, me sorprendí.  Me sorprendí porque esperaba a alguien diferente.  No precisamente de alguna u otra forma, sólo diferente.

Esencialmente esperaba a alguien fea.  Resultó no ser fea, sino ser visualmente agradable, bonita; su sonrisa me pareció interesante, su cabello bien ordenado, la forma de vestir bastante correcta (aclaro que lo que para mí es correcto sí es subjetivo, especialmente en ropa; acá sí tiene razón de ser el relativismo además).  Esto pasó el 28 de enero.


Me pareció bonita.  Pensé que nunca la volvería a ver.

Pero sí, la volví a ver, tres días después.

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