domingo, 6 de marzo de 2011

Carta número dieciocho

¿Y ahora qué?

Yo he pedido perdón cuando corresponde.  Cuando he cometido errores, cuando he sido infantil, pero y ¿ahora? El carácter se desarrolla en momentos como éste.

Yo no te odio, no estoy resentido como dice tu hermana, no te he tratado mal, no he enviado "emisarias" con mensajes subliminales (hasta me bloqueaste, eso me contaron y yo lo verifiqué; sólo duró un tiempo, por cierto).  O sea, no comprendo cuál es el enojo.  Yo hice todo lo que pude y la última vez, ya sé que quizás no lo recordás, me dijiste que no estabas interesada en mi amistad, cosa dolorosa, pero lo dijiste.



Post data.  Sigue sin gustarme el alisado de tus cabellos.  Antes de que podás pensar "qué me importa", pensálo.

No me escondo detrás de letras y desde el anonimato ni nada de eso.  Tengo el suficiente carácter para acercarme y hablar; en esta ocasión, también tengo el suficiente carácter para no acercarme y no hablar.

¿Qué hay adentro de tu cabeza?  Ya no se trata de mí.  Este no es un mural donde me comunico con la gente, si eso quisiera, llamaría, enviaría e-mails o utilizaría una vía más directa.

Particularmente en este caso, pienso que aquello que, según mi hipotesis, te hastió (este montón de palabras; eso dijo tu hermana, aunque ya sé que ustedes son la misma cosa, se lo cuentan todo, genial), quizás te des-hastíe.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario