domingo, 6 de marzo de 2011

Alguien me preguntó por ella en la universidad.  Supongo que algo le comenté; aunque sólo me preguntó como cuando la gente pregunta "cómo estás" para no ser tan escueto con un "hola"; no le importaba en realidad saber mi respuesta.

Así que sonreí y continué prestando atención a la clase de política, específicamente sobre el poder.

Luego al salir de la universidad, caminaba y vi un pedacito de madera que tenía nombres y supuestos significados de ellos.  Pregunté por el de ella en cuanto mis amigos se distrajeron, para que no me criticaran o dijeran cosas que me hicieran sentir cohibido o ruborizado.  Ahora que razono no habría razón para ello; en realidad sólo era preguntar por su nombre.

Lo compré.  La "cosa" tiene una falta de ortografía espantosa, pero seguramente si pedía otra, el error se repetiría, así que con el dolor de mi espíritu periodístico lo dejé pasar, pagué y me fui.

Al llegar a casa vi la "cosita" y sonreí.  Pensé que sin querer soy lo que las mujeres llaman "tan lindo".



Y bueno.  Ella ni sabe qué es.  Aunque se siente aludida.  Eso dice.



Y no sé qué piensa de mí, pero tengo tanta curiosidad.  Además, sería justo, yo ya he escrito mucho al respecto.


Tertuliana.

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