martes, 1 de febrero de 2011

Soliloquiando

Jaja.  Es que me gustó besarte.  Y sé que uno no confiesa esas cosas, pero a mí me gustó!

Espera.  Siento ese aire con sabor a salado y fresco que sentí cuando caminaba por Livingston, Izabal, al norte de mi país.

No sé, tengo esa sensación que da cuando uno está en un lugar extraño dispuesto a cualquier locura.

Recuerdo el calor lúgubre que se siente cuando uno acaba de bajar del carro, del bus que llevaba aire acondicionado.  El bao que se siente.  Esa cosa que uno no sabe describir más que estando allí.  Tengo ganas de viajar, de desconocerme, de irme lejos, de no saber quién soy yo recordarme lo que fui.

Quiero simplemente comprender con precisión y a detalle esa cosa que le dicen vivir.  Quiero vivir, respirar, saber, no estar y simplemente caminar.

Tu piel, tu mirada.  Me gustas, por Dios. 

Hablaba del beso simple que te di en la mejilla.  Siento con más exquisitez la tentación del beso no dado, que del beso que se dio.

La vez que te detuve, tercamente, hasta asustarte, para insistirte en que me dieras un beso, hasta que ambos descubrimos que definitivamente te aterra besar a alguien por tu falta de práctica.



No me gusta tu pelo (mentira, amo cuando está despeinado).  No soporto la voz chillona con que hablas inevitablemente.  Chillona. Apuesto algo, ahora que dije "voz chillona", te sentiste identificada porque es una de tus características esenciales.

Ja.  Sólo lo hice para asegurarme de mantenerte entre mis fieles lectoras.

Y punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario