sábado, 19 de febrero de 2011

Semana Santa

La Semana Santa es una época donde se da el asueto más prolongado del año en Guatemala; la intención es que el pueblo católico conmemore la muerte y resurrección de Jesús.

Pero la gran mayoría toman esos días como vacaciones de verano y las playas están ATESTADAS.  Nunca salgo esos días, prefiero la soledad.

El año pasado rompí esa regla y viajé de noche a Izabal, específicamente a Punta de Palma, una de las pocas playas de arena blanca que hay en Guatemala, la mayoría son de arena negra, de origen volcánico.

Fui a una playa privada del amigo de un amigo, con otro amigo.  Caminamos hacia otra playa exclusiva, que está contigua, donde constantemente hay fiestas.

No soy alguien de aventuras (o tal vez sí).  Estaba en el agua, cerca del muelle y una chica de unos 34 años me veía de reojo.  De pronto se acercó y preguntó algo que razonado fue una estupidez: perdón, ¿sabes qué hora es?

Hasta donde yo sé, la gran mayoría de personas no están en una playa con reloj, digo, cuando el agua te llega hasta el cuello, usualmente no utilizas reloj a menos que resista al agua, pero poco usual.

Le dije que no.  Empezó a conversar, me dijo que recién se había divorciado, que estaba ahí para olvidarse un poco de todo.

Me contó que estaba con unas amigas, pero ellas aparecerían hasta el día siguiente.  Fue más atrevida, dijo que si me gustaría tener una aventura con ella, pues aunque era mayor que yo, aún se veía bien.

Aclaró que no quería compromisos y que sólo sería algo de un rato, o de una noche cuando mucho.

Dijo que se iría a cambiar y que tomáramos una lancha a donde ella estaba durmiendo.

Al final, huí.  Huí por muchas razones.

Por cierto, la historia es real.

Fui acosado, aún no lo puedo creer.

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