sábado, 19 de febrero de 2011

Otro relato

Le clavé la mirada desde que la vi.  

Completó aquellas tres cosas que veo en las mujeres a primera vista: un cabello  virgen, bien cuidado y con olor a shampoo (particularmente el de una marca que tiene fragancia escandalosa); ojos expresivos, inquietos y adecuados para ver su alma, con mirada tímida pero atrevida; y labios color rojo natural, deseables.


Por supuesto que no es que ando chequeando que las mujeres reúnan esas cualidades; me he enamorado de mujeres con el cabello de tantos colores que ni ellas mismas recuerdan el color original o con labios que necesitan de maquillaje para resaltar.  Éste era un caso excepcional.  Ella me gustó toda.

Seguramente ella supo (porque ellas siempre lo saben) que me gustó.  De inmediato se le atravesó el pensamiento de que yo era un "lanzado".  Y pensó eso porque le dije lo hermosa que era, lo mucho que desearía darle un beso, pero nada de eso tiene relación con ser "lanzado".  Por qué no tengo derecho de expresarme? No lo sé.

Me vio de reojo, y me dijo la siguiente frase con la que terminaré este relato: es usted gentil, y ciertamente se ve mayor de la edad que en realidad tiene.  Pero no importa, me gustan los hombres seguros de sí mismos, que saben lo que hacen.
Sonreí.  Pensé que cuando las personas que están suscritas al blog leyeran eso sonreirían y dirían que estoy loco.

Y no estoy loco.

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