domingo, 20 de febrero de 2011

El día después que te conocí

Esto me pasó al día siguiente que te conocí:

Deseé volver a verte cuanto antes.

Recreé al menos veinte veces tu sonrisa, el tono de tu voz, las miradas que intercambiamos y que coincidimos sin pretender que fuera exageradamente romántico.

Lamenté no haber conversado un poco más, o haber hablado mucho; rehice mentalmente varias veces lo que dije, que luego pensé que no debí decir y que me retracté pensando que después de todo no estuve tan mal.  En fin.  Mi mente se hizo un relajo.

Identifiqué el olor mágico que dejas en el ambiente al pasar, la sensación de livianez que se siente cuando estás cerca y la alegría inconmesurable que provocas en mí.

Sentí el olor de tu cabello como si estuvieses enfrente.

Recordé el color exquisito de tu piel, eres bella, no cabe duda.

Dudé cuarenta veces en escribirte el mensaje de texto que rehice otras veinte veces y que al final fue un escueto "me dio mucho gusto conocerte".

Imaginé cómo te propondría que tuviéramos una cita.  Me puse nervioso sólo de pensar en ese momento.

Finalmente, confirmé que me gustas y que lo que me pasó el día después que te conocí, es lo que me pasa cada día después que te veo.

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