lunes, 6 de diciembre de 2010

Día del 6 de diciembre

Hoy almorcé con un ser humano al que francamente considero muy especial.  No tanto, ni solamente especial conmigo, sino que sé con convicción de que su alma y su espíritu (sin querer sonar a delirio) es diferente al resto de la gente.

Algunos le dicen "suerte", yo no creo que ella tenga buena suerte; más bien me parece que, en el tablero de ajedrez que parece ser la vida, ella tiene una fichita, un "made in" en la espalda que indica que su origen es diferente al del resto.  Y su destino también.

Pero no quiero hablar tanto de ella, como lo que sucedió después.

Nos despedimos en la esquina de donde ella trabaja, luego de haber comido una carne con salsa de champiñones, algo que parecía acelga gratinada, tortillas enormes y un fresco que no me gustó del todo (ni recuerdo de qué era, tamarindo quizás).

Caminé sobre la sexta avenida, en las primeras calles de la zona 1 del Centro Histórico de Guatemala.  Pasé por Casa Presidencial, antes pasé por un parque.  Enfrente de ese parque está un colectivo llamado Caja Lúdica, donde por cierto, vi que había una rana gigante colgada del balcón (sí, una rana gigante, no sé de qué está hecha, se mira creativa).  Pasé por el Parque Central, escuché y vi que en la Concha Acústica había un concierto de marimba, pasé por el Paseo de la Sexta (una avenida recién remodelada que básicamente es peatonal y comercial, sólo pasará el Transmetro), sobre la novena avenida, caminé (amo caminar, mis pensamientos se aclaran), y me dirigí a la novena calle.

Caminé toda esa calle y justo entonces, en ese preciso instante, fue cuando reaccioné de lo que había vivido hacía unas horas.  Primero, pasé a la Asociación de Periodistas de Guatemala, con la intención de inscribirme, me dieron una hoja con requisitos (que me costó Q 5.00, no sé por qué), luego almorcé con un ser humano extraordinario como ya lo he dicho; ella es interesante, curiosa y no sé por qué me divierte, es inevitablemente divertida, pero cuando pienso en "diversión" no lo hago de la forma común y corriente.  Es simplemente un verdadero placer estar a su lado.  No se trata meramente de un asunto romántico, es un tema sencillamente de pureza.  Sonará curioso eso de "pureza", pero es que no sé con precisión por qué detecto eso en ella.

Sé, porque es demasiado notable al leer sus ojos (los ojos son la ventana del alma y cuando uno es comunicador, particularmente periodista y ha entrevistado a cientos de personas, especialmente en el tema de investigación, donde trabajé algún tiempo, eso es más obvio) que hay algo que la detuvo en su vida; hubo una cosa que le hizo perder la fe, no hablo solamente de Dios, hablo de la fe en ella misma, en el futuro que siempre soñó.  Y cuando eso pasa, uno empieza a reconsiderar aquellas cosas que soñaba de chico.  Uno considera que después de todo, cualquier cosa que venga está bien, siempre y cuando alcance para pagar facturas.

Pero todo eso yo no lo sé ni ella me lo ha dicho; a lo mejor estoy brutalmente equivocado.  No sería raro, yo me equivoco constantemente.

Me hizo feliz.  Me hizo la semana.

Hace unos días me envió un mensaje, que respondía a algo que le pregunté, diciendo "uno es libre de que le guste quien quiera".  Y me fascinó.  Es que, aunque ella es un tanto distraída y aunque es de las chicas que necesitan emociones fuertes (porque se aburre rápido) y que uno sea cambiante, es un encanto.

Tiene miedo de cualquier cosa que implique relacionarse de forma más allá de lo superficial con los hombres; algo que implique compromiso y prefiere simplemente "vivir la vida".  No la culpo.

Uno prefiere sólo vivir, no exponer el corazón porque cuando uno lo expone, sale lastimado.

Y casi podría apostar de que si leyera esto, no le gustará la idea.


Post data.  Te aseguro que nadie importante para vos leerá esto.  Gracias por las tres sonrisas, me las cobré.  Sos un alma bonita.

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