domingo, 5 de diciembre de 2010

Fábulas

Le parecí interesante, según me dijo su mejor amiga.

Quizás por la forma en que la veía, tan serio.  O tal vez por la cara de loco que tengo, especialmente porque frecuentemente olvido peinarme, lo considero algo arbitrario.

La verdad ella no me interesaba lo suficiente como para arriesgarme; sólo me gustaba, era de esas mujeres con las que quieres tomar una copa, sonreír, quizás besarla y algo más, pero no más.  No la quería para mí.

Tampoco es que quisiera aprovecharme de ella, porque ella era de las que busca hombres "casuales".  Pero por favor, ninguno se altere, eso de "casuales" no hablo de sexo libre y sin compromiso.  Hablo de desestrés, sin subestimar ni volver un objeto a nadie, claro está.  Ambos buscamos diversión, un rato agradable y nos gustamos.  Eso es todo.

Le parecí interesante pero eso no bastaba para mí.  Yo quería, no sé por qué, que me necesitara.  Todo empezó como algo casual, una noche de copas, sin compromiso, sin que nadie preguntara "te amo" ni esas cosas que arruinan todo.

Pero deseé profundamente ser el último hombre en su vida.

Al principio consideré que ella se podría hacer ilusiones conmigo.  Luego, a decir de su amiga, era yo el que debía cuidarme de no dañar mi corazón.

Y nada.  Estoy esperando que algo pase entre nosotros.


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