lunes, 15 de noviembre de 2010

Mis detalles

Estaba en la Plaza Fontabella, entre la 12 y 13 calle de la zona 10, entre tercera y cuarta avenida.  Caminaba por allí porque durante casi dos años trabajé cerca, en un edificio relativamente nuevo.

Estaba haciendo cola para ingresar al banco, en realidad sólo hacía tiempo a que entrara su mensaje avisándome que ya venía en camino.  La invité a desayunar por su cumpleaños.  Aunque cualquier excusa es buena para verla.

Dijo que al fin le habían entregado la llave del locker o algo así, que si todavía seguía en pie la invitación.  Así que apresuré mis pasos, casi corrí.  De pronto, recordé que una vez su hermana me dijo que "ya llegaría el momento de regalarle rosas a alguien".  Y, lo tomé como una señal (soy iluso, ya sé) y compré unas rosas en un puesto que estaba en la esquina, donde doña Rosario.

La verdad, quería rosas de todos los colores.  Porque quería decirle, con las rojas, que la amo; con las amarillas, que valoro su amistad.  Y así, quería tener un abanico de opciones.  Pero no habían, sólo rojas.  Así que era un tremendo ramo de rosas rojas.  Honestamente no sabía cómo dárselas ni cuándo dárselas, así que decidí ponerlas sobre la mesa y esperar a que ella preguntara; pero terminamos de comer y nunca preguntó.

Entré al restaurante; la persona de la entrada me preguntó si alguien me acompañaría y le expliqué: "soy periodista y hoy tengo una reunión con alguien ¿hay algún lugar donde pueda conversar con la persona que está por venir?"

Amablemente me condujo a un sitio y me dijo "le ofrezco este lugar, es bastante...privado".  Había un televisor, lo cual no me gustó del todo porque ella es usualmente muy distraída, así que me costaría el doble captar su atención.  Y es que, si le decía que se sentara del lado opuesto al televisor, quedaría con la vista al pasillo; y si observaba a alguien más, sería peor.  Preferí que viera la televisión y no a otras personas.  En la pared estaba colgada la cara de un gran animal, un búfalo o un toro, francamente no recuerdo.

Saqué la prensa para ojearla, más para aparentar que en realidad soy periodista.  Aunque supongo que el mesero sospechó, al ver las rosas, rojas.

Me levanté y le dije a la persona de recepción "la mujer que vendrá, es posible que pregunte por mí; usted la identificará de inmediato.  Es la mujer más increíblemente bonita que jamás haya visto; además, usa una filipina".  Ambos reímos, y agregó cortesmente, como acostumbrado a esas escenas "no se preocupe, caballero, en cuanto venga, la llevo con usted".

Cinco o siete minutos más tarde recibí un mensaje o llamada de ella, no recuerdo, pidiendo que saliera a buscarla.  Así que le pedí que caminara a la recepción y yo haría lo mismo para encontrarnos.  Los nervios aparecieron.  A medio camino iba, cerca de la cara del búfalo, cuando la vi venir, sonriendo sin motivo aparente.  La abracé.

Le pregunté que cómo sabía dónde estaba y me dijo que el señor de la entrada, en efecto, le dijo que ya la esperaban.

Al final, las rosas se las dí sin mayor preámbulo, quizás un poco torpemente, lo admito.

Pero menciono todo eso porque no sé si en estos tiempos invitar a comer a la mujer que amas, regalarle un ramo de rosas y platicar con ella, es lo que se hace.

Creo que tampoco ya no se escriben cartas.  Y me parece, no sé por qué, que hay muchas cosas que ya no se hacen para conquistar.  Y yo sigo como viviendo en el tiempo pasado.

Le di las rosas, nervioso.  Le regalé un libro esperando bendecirla.

Antes le regalé un botón (que se me cayó de la camisa) y sin pensarlo tanto, lo pegué en un pedacito de cartón o algo así; le escribí "te quiero, y para muestra: un botón".  No sé si eso es ridículo, pero eso hago yo.  A cambio recibí un "me han dado agujas, hilos, pero nunca un botón".  Supongo que ella es igual de torpe en esas circunstancias, que yo.

Pero tal vez esas cosas no le gustan a ella.  O tal vez las cosas sí, pero yo no.  O tal vez las cosas le gustan y yo también, pero hace falta algo.  O quizás simplemente no le gustan las cosas ni yo.

¿Qué es el amor?  Ella es el amor.  Ella es mi amor.

Yo no existo en el mundo de ella.

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