domingo, 19 de septiembre de 2010

Una lágrima rodó por su mejilla.  Un nudo se asentó sobre su garganta.  Un grito se calló.

Las palabras dejaron de salir.  Los labios dejaron de besar.

Sus pupilas se dilataron.

La soledad se hizo parte de su vida.


Ella lloró noche tras noche.  Quiso morir y luego volver a morir.

Nunca comprendió por qué el amor era así.


Cuando ella terminó enamorada, él ya no la quiso.


Él, idiotamente, la culpó.

Ella no tuvo más que dejar que eso terminara.


Amó sus detalles.  Amó sus aventuras.


Ella murió una mañana lluviosa de septiembre.  Murió desangrada.

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