domingo, 19 de septiembre de 2010

¿Te recuerdas de mí?

Desde que decidiste que dejáramos de amarnos empecé a inyectarme soledad.

Ahora consumo píldoras de tristeza y uso parches de desamor.

Últimamente he echado de menos mi autoestima; al parecer se fue de viaje y no ha vuelto.

A veces me veo en el espejo y me desconozco.  Ya no me rasuro, y sólo me alimento cuando el estómago hace huelga y no me deja alternativa.

No sé si me recuerdes.  Soy yo, aquel que te amó como nadie te amará, pero que decidiste alejar.

Ahora soy un adicto a cualquier cosa que sea estar absolutamente solo.  No sé quién soy y francamente he olvidado un poco tu rostro.  Sólo recuerdo que te amé como no he sabido amar a nadie más y que seguramente eso te hizo daño.


No sé si me recuerdes.  Soy el mismo que alguna vez consideraste amar, pero que nunca te atreviste y, por el contrario, tomaste la decisión de nunca siquiera intentarlo.

Desde que me pediste a gritos, sin una sola palabra, que dejara de intentarlo, he consumido cualquier cantidad de sueros que me nutren de desamor y me he dedicado a leer libros que ilustran la ironía de la vida, la estupidez de casi todo lo que hacemos y la desazón en las cosas que parecen importantes.

No sé si me recuerdes.  Soy yo.  El mismo que te amó siempre.



El exceso es malo.  Y me excedí en amarte.

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