miércoles, 22 de septiembre de 2010

Obituario

Su nombre era Andrea y nunca sospechó que terminaría muerta por amar a alguien.  Era bella, atlética, abogada y tenía su vida en orden.  

Cometió tres errores en su corta vida: aceptar ser amante de Rodrigo, enamorarse de Rodrigo y decirle "te amo" a Rodrigo.

Ella amaba a Rodrigo de la forma más pura, real y exagerada en que una mujer puede amar a un hombre.  Él sólo pensaba que era alguien simpática, con alguna posibilidad (casi remota, en realidad no existía tal posibilidad, pero ella era demasiado insistente) y definitivamente muy interesante, hasta buena amiga.  Además de ser buena en la cama.


Andrea no era fácil de enamorarse.  Y Rodrigo no era fácil de amar, la prueba más grande de ello es que él no amaba a su esposa y su esposa tampoco lo amaba a él, pero el matrimonio fue una solución fácil para ambos.  Él nunca supo amar, era un hombre indeciso, familiarmente así creció, bajo una inestabilidad que sólo procuró un carácter endeble, torpe y carente de decisión.  

Para que ella se enamorara hacía falta que la otra persona tuviera un lado espiritual más desarrollado que el promedio de personas; ella no se fijaba en bonitos rostros o en lo que la mayoría suele ver, siempre trataba de ver aquello que efectivamente es invisible.  Y en este caso, creía que él como amante era algo más espiritual de lo que parecía.  Idiota idea claro, pero ella estaba cegada por un amor que creció tal si fuese una bola de nieve.

Para que él se dejara amar, era necesario un golpe cósmico.  En realidad él carecía de la capacidad de amar, como casi todos los hombres, y en consecuencia, tampoco dejaba que lo amaran; aunque, claro, le gustaba sentirse deseado, se creía alguien demasiado guapo y de tanto que le habían dicho que era atractivo, terminó por creerlo.  Se aprovechó de muchas mujeres, destrozó su corazón e irrespetó sus cuerpos.


Andrea cometió un error, quizás el más grande de su corta vida.  Le dijo que lo amaba.  Y como cuando dices por primera vez "te amo" ya no hay vuelta atrás, cada vez que te sea posible querrás volver a decir "te amo" y cada vez pretenderás acercarte más a esa persona, lo hizo varias veces.  Es que para una mujer un "te amo" es sinónimo de "quiero estar contigo el resto de mi vida, me gustas"; es que para una mujer, especialmente como Andrea con tanta sensibilidad y con una profunda forma de ver la vida, decir "te amo" fue abrir un nuevo mundo.  Era darse.  Era por completo entregarse y quedar desnuda, estar a expensas de un hombre.  Pero el "te amo" a veces arruina todo porque implica compromiso y responsabilidad.  Y por eso es que muchas personas, especialmente los amantes como Andrea, tienen prohibida esa frase.  El que le huye a amar y a expresar un "te amo" es alguien que tiene inseguridad; inseguridad de que le lastimen el corazón; inseguridad de que él mismo o ella misma, puedan lastimar el corazón de alguien más; el que no dice "te amo" o no sabe si ama o no, es porque tiene miedo a que las cosas no funcionen.  Y esta es la verdad: NUNCA funcionará nada a menos que se arriesguen y usualmente perderán al amor de su vida y terminarán con el menos peor, casi al final de sus años, torpes y testarudos años.  Por supuesto, la excusa de negarse aparecerá cuando ella no esté interesada y cuando esté muy interesada.  Huirá del amor de su vida, una y otra vez.

Rodrigo nunca la amó.  Y se lo dijo una o dos veces, aunque de forma muy superficial.  Como la mayoría de hombres era frío, tosco e insensible y carecía del tacto para saber comunicar sus sentimientos.  Él la quería, como amiga claro está (siempre hacía esa aclaración, disque para que ella no se hiciera "ilusiones").  La quería, le tenía un afecto especial, la admiraba, la respetaba, pero cometió un error recurrente en los hombres (o en los seres humanos) cuando sabemos que alguien nos ama sin importar qué: él se aprovechó de esa situación y creyó que por simplemente ser él, todo saldría bien.  Era el típico hombre que tiene una amante, sólo la manipula como objeto.

Un buen día él le pidió a Andrea que por ningún motivo se inmiscuyera en su vida y que, por favor, tampoco lo involucrara a él en la vida de ella, de ninguna manera.  Argumentó estúpidamente que como ella lo conocía, sabía que a él no le gustaban las manifestaciones públicas de amor (en realidad temía que alguien los viera y lo delatara con su esposa, a quien tampoco amaba de verdad); le pidió que NUNCA le dijera a nadie que ella lo amaba a él.  Rodrigo, dejando en clara evidencia su inseguridad, su egocentrismo y su estupidez, quiso que Andrea simplemente "parara ya la cosa" (el idiota no entendió que si ella estaba enamorada de él, era porque él le pidió que fuesen amantes y ella accedió porque sabía que en el fondo, muy en el fondo tenía una luz y espiritualidad especial).  En realidad a él no le gustaba la idea de que alguien, cualquiera, pudiera pensar que entre ellos había algo, lo cual no dejaba de tener lógica, pues eran simplemente amantes.  Las palabras bonitas, los detalles, las ternuras de ella debían guardarse para lo privado, entre ellos dos, era un secreto que debía mantenerse allí.  Él le pidió lo que le pide un hombre a su amante, que únicamente se hablen cuando a él le conviene, en la cama, en la intimidad, que no le llame a ciertas horas y que por ningún motivo espere que él responda sus e-mails, sus mensajes de texto o sus llamadas (esto para evitar confusiones, podría ser que su esposa algún día tuviera ocasión de revisar su bandeja de salida, lo cual afectaría a su falsa imagen social de ser un hombre decente); ella debía esperar y apelar a la "misericordia" de él, para cuando éste pudiera salir con ella y verse.  Ella debía comer las migajas que él botaba.  Él le dijo que siempre y cuando fuera conveniente para él, ella se podría acercar.  Caso contrario, no convenía que los vieran juntos o que pareciera que querían estarlo.


Sólo un idiota le pide a alguien que evite amarle.


Andrea lloró tanto como pudo y como no sabía que podía hacerlo.

Ella juró abandonar la idea de una vez por todas de que su amante, alguna vez se convertiría en su propiedad.  Reconoció que haber amado a alguien que no merecía el amor de ningún ser humano en esta tierra, había sido su error más grande.  Ella comprendió que personas como él deben ser marginadas.  Ella, hasta entonces, supo por qué los amigos de él (grandes empresarios y respetados personajes de la vida pública) siempre decían que él tenía una falsa sonrisa, era engreído, falso, con la hipocresía a flor de piel.  Ella en ese momento comprendió por qué el día del cumpleaños de él, sólo su esposa se lo celebró y por qué sus demás amigos no hicieron una reunión en el hotel más concurrido de la ciudad (como se estilaba en ese nivel empresarial).

Andrea comprendió que él era idiota.


Esa noche lloró todo.  Prometió que nunca dejaría de amar.  Se aseguró de que su amor, era tan puro que nunca lo dejaría de amar, pero que en definitiva abandonaría la idea de estar con él.  

Amar no es idiotizarse.  Amar es valorarse primero a uno.

Amar no es ser mártir.  Ella con amor y paciencia esperó.  Y estaba dispuesta a esperar toda su vida de ser necesario, pero tristemente la mañana siguiente, después de derramar todas las lágrimas que pudo, murió.

Murió y él al enterarse de la noticia pensó dos cosas: confirmó que ella siempre fue alguien exageradamente dramática (enamoradiza, inocente, ingenua o tonta) y que a partir de entonces cargaría con la maldición de no amar a nadie y de que nadie, NUNCA, JAMÁS, lo amara tanto como aquella mujer a quien destrozó el alma y le rompió el corazón que tantas veces latió más fuerte por él.

Ese día Rodrigo también lloró.  Lloró al recordar la forma en que ella temblaba cuando hacían el amor.  Ella temblaba de incontrolable dominio.  Él recordó todo lo que ella hacía por él, cada detalle, cada sonrisa, incluso cada "te amo".  Y deseó inútilmente que alguna vez alguien pudiera amarlo así de nuevo, para corresponderle y hacerla feliz.  El idiota nunca más volvería a ser amado de esa forma.



Nota.  La idea de escribir un obituario se me ocurrió hace muchos años y ciertamente lo empecé.  Hoy quise relatar la idea de una mujer que se enamora de un amante.  Es algo utópico, ya sé.

Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario