Había una vez una mujer avara. Avara con los pobres, avara con su familia, avara con sus amigos y avara con el amor.
Como siempre fue avara con los pobres, siempre fue pobre y miserable. Como era avara con su familia, terminó sola y sin ningún familiar, que son los únicos que siempre están allí. Como era avara con sus amigos, nunca tuvo ninguno verdadero. Aquellas mujeres que dijeron ser amigas, se fueron decepcionadas por la desgracia de haber conocido a aquella mujer tan avara. Aquellos hombres que fingieron amistad, lo hicieron porque ella era linda, pero al notar lo avara que era, se decepcionaron y se fueron.
Ella decía que no era avara. Decía que simplemente era así y que eso, no era ser avara. Era avara hasta para hablar, de "pocas palabras decía ella" o que "prefería escuchar".
Era avara con el amor. Cobarde por no arriesgarse, quería tener certeza de lo que veía, pero no sabía que cuando se trata de amor, nada sucede a tu alrededor porque todo pasa a suceder adentro de ti.
Murió de avaricia, pobre y miserable. Aunque nunca le hizo falta dinero. Notó que sus amigos, su familia, los pobres y el amor merecían más. La tonta excusa de que simplemente así era no amortiguó sus días finales.
Fue avara para cada cosa que hizo. Siempre.
No supo qué es corresponder. Qué es corresponder la bendición de tener, dando a los pobres. No supo corresponder la gracia de tener familia, honrandolos y compartiendo con ellos. No supo corresponder la maravilla de tener amigos, en parte porque creía que estar rodeada de gente y pretendientes, le ayudaría a contrarrestar su soledad, y en parte porque pensaba que todos ellos eran sus amigos. Ambas cosas eran falsas. En las noches de crisis existenciales que todos tenemos, se agudizaba su realidad.
No supo corresponder el amor. Y cuando se enamoró, ya era demasiado tarde. El chico que ciertamente la amó con desesperación, encontró el orgullo que había extraviado.
Es mentira que "si de verdad te ama, esperará y esperará como idiota hasta que te decidas". El que ama, ama porque aprendió a amarse a sí mismo.
Es mentira que "para cada uno, existe alguien". En realidad, tú forjas tu futuro. Dios te da las oportunidades y hasta puede mostrarte qué podría llegar a pasar contigo, pero depende de ti.
Nunca pienses que no puede pasar, porque puede.
Un barco está seguro en el puerto, pero este no es el propósito de un barco.
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