martes, 7 de septiembre de 2010

Historia

"Enamórate de mí, por favor" pidió ella con un nudo en la garganta, una sonrisa en su rostro y una esperanza en el corazón; esperanza de que quizás él, en efecto, se enamorara de ella.

Él era el hombre perfecto, al menos para ella. Y no era perfecto porque careciera de defectos, sino porque pese a ellos, era un hombre increíble, digno, admirable, amable, con buen olor, fuerte y guapo.

Ella era romántica, ilusa, pero exquisitamente de él. Ella no quería a alguien parecido a él, ella lo quería a él, indefectiblemente. Los errores en cualquier otro, serían una desgracia, pero en él eran una adorable perfección.

Ella lo amaba con toda su alma, era capaz de todo por él. De hecho, nunca había estado dispuesta a tanto por alguien. Él sacaba lo mejor de ella, su sonrisa más escondida y su lágrima más profunda.

Él era un buen tipo, pero, como casi todos los hombres, su idea del amor era muy distinta a la de las mujeres. Él no quería compromiso, no aún. Se justificaba calmando su conciencia diciendo que "todavía no era el momento indicado" que "no podría estar con alguien como lo merece, el problema no es ella, soy yo".

Él era indeciso. No comprendía que su silencio, era más cruel que un "no". Es más diabólico un "no sé" que un "no". Porque el "no sé" es indiferencia o inseguridad, pero el "no" es total certeza.

Por supuesto. Como todas las historias. Él se enamoró de ella, locamente como pensó que jamás podría y ella, lo hizo feliz.

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