domingo, 26 de septiembre de 2010

Carta número trece

Qué me importa que digan que el trece es de mala suerte.

Quisiera decirte muchas cosas, pero la que aparece con más claridad en mi mente es un "te amo".

Y no te amo porque seás perfecta, te amo porque decidí hacerlo y porque así lo siento.

Para amar a alguien hace falta más que "sentirlo", también implica haberlo "decidido".

A veces siento ganas de hacer tareas, pero a veces no las siento, y de todas formas tengo qué hacerlas, porque hace unos años "decidí" estudiar.

Te amo, insaciablemente.  No tengo otras palabras para decirte que esas.  Te amo, es inusual en mí decirlo y es todavía más inusual decirlo tantas veces, pero si pienso en vos, pienso amor.

Gracias por ser como sos.

Esta noche, 26 de septiembre de 2010, quería dejar constancia de que te amo.  Y de que aunque sé que quizás nunca me podás amar de otra forma, igual te amo.

Gracias por soportarme.  Jamás haría algo que te desagradaría de forma voluntaria, pero hace unos días hice algo que no te agradó, y eso provocó más emoción que cualquier esfuerzo por agradarte.

He hecho muchas cosas por verte sonreír.  Pero aquella que involuntariamente provocó lo contrario, fue tan eficaz que hasta necesitaste decírmelo.

No puedo provocar amor.  Pero sí puedo provocar disgusto con simplicidades.

He probado ser simple, he probado ser elaborado.  He probado ser frío, despiadado, y también he probado ser romántico, dulce y tierno.  Nada ha funcionado.

Cometí un error que obviamente no sabía que te afectaría y provoqué todo lo que mi simpleza, mi frialdad, mi romanticismo, mi dulzura y mi ternura no pudieron provocar.

Con algo sencillo provoqué aquello que jamás provocó un "te amo".

Mis acciones nunca logran tus reacciones.  A menos que sea algo que te afecte.  Quizás mi amor y cualquier cosa que haga no te afecta ni positiva ni negativamente, tal vez no te haga ni cosquillas.  Pero aquello desagradable sí.

Por supuesto que no reclamo.  Y sé que ni siquiera hace falta que diga todo esto, porque ya lo he dicho.

Hoy sé que no me amás.  Y eso no es que sea malo ni bueno, sino que es sólo una circunstancia.  Es sólo lo que me ha tocado vivir.

Perdón por ser exagerado y dramático.  Admito que fue doloroso leer "eso del blog era bonito... pero...esto ya no".

Cuando hacés tu mejor esfuerzo, cuando llegás al límite y no conseguís nada.  Cuando después de tratar de ser puro en tu amor, de dar y dar y no recibís nada.

No estoy maximizando algo pequeño.  

Yo amé tu disgusto, amé que tuvieras el carácter (que casi siempre está ausente, aunque al decir esto en este momento pensés "eso de que no tengo carácter es lo que él piensa, pero sí lo tengo") para decirme algo.  Amé que tuvieras la confianza para decir eso, amé que defendieras tus intereses y tus argumentos (independientemente de si estaban equivocados o basados en errores).

Yo amé eso.  Sólo pude pensar en que definitivamente tenés aquello que pensé que nunca tendrías.  Y amé más cuando me di cuenta de que los "problemas" (esto no fue un problema, claro está) se pueden solucionar.

Te amo.  Te amo por lo que decís y por lo que callás.

Si me alejás de vos, por favor, aseguráte de no equivocarte.  Prometo mostrarme amigo siempre, sin fingimiento.  Abrí la posibilidad de conocerte.  No te conozco.  Ni vos a mí.

¿Podríamos no fingir y ser amigos que quieren conocerse un poco más?

"Waiting is painful. Forgetting is painful. But not knowing which to do is the worse kind of suffering // Esperar duele. Olvidar duele. Pero el peor de los sufrimientos es no saber qué decisión tomar".  Paulo Coelho.




Nota.  Es idiota decir "estamos saliendo".  Eso es idiota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario