Tal vez soy demasiado ingenuo, tonto, crédulo. En realidad su felicidad me hace feliz, pero es un poco frustrante darte cuenta de que eso tampoco te lleva hacia ella; es más, reconocer que ningún camino te lleva a ella es algo trascendente, pero triste.
Hoy no quiero saber nada ni hacer nada, sólo sentarme a esperar y observar, ya no tengo más, ya no quiero, ya no puedo; ya casi todo se jugó, simplemente no puede verme de otra forma y no hará el intento tampoco, el silencio mata. Lo doloroso es que lo contrario del amor, no es el odio, sino la indiferencia y su indiferencia me mata, y me mata no poder ser indiferente a ella, le amo, nada cambia. No me ama.
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