lunes, 8 de febrero de 2010

Carta número uno

Hoy he decidido escribirte algunas cartas para que algún día, no sé cuándo, podás leerlas. Quizás sea pronto (soy difícil para guardar secretos) o talvez dentro de muchísimo tiempo.

Hace una semana decidí dejar de insistirte con lo mismo. Darte un poco de aire, que podás respirar un poco más sobre ese tema tan testarudo entre nosotros dos. Testarudo porque soy yo el que insiste y vos la que resistís.

No escribo para decirte que te amo, para declararte poemas o para afirmar que me gustas, que me gustaste precisamente ayer. No, no, no. No escribo para nada de eso, sería algo innecesario.

Sé que sabés cómo tiemblan mis manos cerca de las tuyas, sé que sabés cómo quisiera tu correspondencia, pero el punto hoy es otro.

Hoy sólo quiero decirte que cuando leas esto espero estar a tu lado. Sólo sonriendo, estando allí cerca como quien no quiere la cosa, talvez jugando.

No puedo resistirlo, lo siento, no puedo evitar poder decirlo y no hacerlo: te amo, me gustas.

No sé si escribo esto por romántico o por masoquista, ya perdí noción de cuál es la diferencia entre esos conceptos. Hoy estuve investigando un poco sobre cuál es la cámara que podrías comprar, porque tenía tiempo, porque es un gusto servirte y definitivamente (perdón por insistir) porque te amo.

Sé hacer muchas cosas más que escribirte cartas, darte regalos y decirte cosas bonitas. Pero prefiero amarte de esas formas.


Hoy. No cuando leas esto. Hoy sólo quiero saber: ¿podrías llegar a amarme?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario