jueves, 20 de agosto de 2009

Feliz noche.

Estaba pensando en qué escribirte, porque prometí hacerlo. Después supe que nunca escribo a "pedido" y que además no hace falta escribir algo para tí, porque en la historia de mi vida, tú misma escribiste varias páginas importantes.

Las personas que me conocen saben de tí. Generalmente guardo en mi corazón de forma muy especial a las personas que han resultado atraídas por mí. Tengo muy claro que cuando te acercabas estabas muy nerviosa y esas cosas hacen enternecer mi corazón.


Pero pensando en escribir algo, quise continuar con lo de anoche:

Nunca hablamos más de cinco minutos cuando pudimos hacer más que eso. Ahora, varios años después, decidimos encontrarnos sólo para decir "hola" y ver qué había hecho el tiempo en cada uno. Me resultaba más difícil ir a buscarte a esas mesas cerca de los árboles, a un costado de la dirección, donde solías sentarte con el ejército de amigas que tenías, con quienes tenía pesadillas.

Siempre quise acercarme y lograr hilvanar una conversación más o menos inteligente. Pero no pude hacerlo.

El día de la clausura yo no fui. En realidad no me dejaron participar porque no había aprobado el curso de contabilidad. Pero el mismo día de la clausura, yo hice la re evaluación para aprobar ese curso y cuando iba de camino, te ví. Estabas cruzando la calle en el mercado y siempre tuve curiosidad por qué una de las personas más inteligentes no había participado en la clausura. Curiosidad resuelta hasta ahora.

Y viste que el tiempo es ingrato. El destino a veces se hace cruel. Decide jugar con nosotros.

La vida de las personas cambia, especialmente cuando han pasado seis años. Las gentes mutan, toman decisiones y alteran el resto de sus vidas.

La vida y sus complicaciones.

Inventé una máquina del tiempo, podrías pasara adelante.

Las luces de colores se encienden, sale humo del suelo y de pronto todo se aclara.

Estás en uno de esos largos pasillos que nos educaron. Ahora en lugar de ser tan nerviosa, estabas confiada, feliz y eras una adolescente enamorada.

Yo me distingo a lo lejos, estoy parado, tengo el suéter azul que todos teníamos y platico con una amiga.

Alguien nos presenta, yo decido irme contigo ese día de regreso a casa. Nos damos cuenta, como ahora, que coincidimos casi en todo, que crecimos casi juntos y que hay una gota de familiaridad.

Tú dices de repente "parece que nos conociéramos de toda la vida".

La máquina del tiempo está por volver al presente, debemos apresurarnos.

Tú te atreves un día (porque siempre me pareciste atrevida, de esas personas que consiguen lo que quieren) y retas a todos; te acercas y esperas que yo haga algo. Y yo lo que hago es ver fijamente tus ojos.

Justo cuando tú logras concentrarte en mis ojos, la máquina del tiempo te regresa al presente. A la silla en la que estás en este momento, en la habitación en la que te encuentras.

Tienes muchas dudas, imaginas qué pasó después que me viste ese día en la banca que estaba frente a la clase de inglés, que daba al campo de fútbol. Quieres llorar, pero decides reír.


Suena el timbre, los sueños se desvanecen y la realidad vuelve a hacerse presente. Piensas en lo que harás mañana, en lo que no hiciste y otra vez, quieres llorar, pero te haces fuerte y sonríes, sin sentido.


Al tiempo. Todo pasa y todo queda.


Quiero hacerte una pregunta: ¿te gustaría ser mi amiga?

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