domingo, 1 de marzo de 2009

Enfrenté al Zahir

Llegué antes que ella como lo había planeado, saludé a quienes estaban en el lugar.  De pronto entró, saludé a su padre, a su hermano, di un par de vueltas cerca de ella como lo hago siempre, como lo hago los últimos 20 domingos.

 

De pronto, la vi sola y me dije a mí mismo “mí mismo, este es el momento de actuar, es ahora o nunca”.  Me acerqué y no la sentí fría, sino como si tuviéramos una estrecha relación como siempre.  Dije “hola”, dijo hola y sonrió, como esperaba.  Me puse nervioso, como niño parvulario, le recriminé medio en broma, medio en serio “por qué no me saludas?” y dijo “porque no te ví en la entrada”, los dos sabíamos que no estábamos hablando de hoy precisamente, sino de los últimos meses.  Insistí con la pregunta y dijo “ya te saludé”.

 

Hagamos un detente.  LE HABLÉ DESPUÉS DE CINCO MESES, ENFRENTÉ AL ZAHIR QUE ME HA MARTIRIZADO  HACE QUINCE DÍAS, eso ya es un gran logro!!, así que deberían emocionarse conmigo!!.  Me había consignado que pasara lo que pasara después de enfrentarla, sería un éxito el simple hecho de enfrentarme a ella!, tendría una historia para contar en este momento, me sentiría liberado, entre otras cosas.

 

En realidad, estoy escribiendo porque prometí hacerlo, ya que preferiría no pensar en lo que sucedió después, pero yo ofrecí contar todo y con lujo de detalles.

 

Sonrió de forma tímida, como una niña inocente.  Nos vimos a los ojos y todo parecía mágico, espectacular; hasta que llegó alguien, creo que era mi prima, ahora no recuerdo quién nos interrumpió.  Lo último que escuché que me dijo fue “arreglémonos”, pienso que es un término un tanto guatemalteco, así que traduciré: quiso decir “hagamos las paces”, lo dijo tiernamente, como una buena persona, que siempre he reconocido que lo es.

 

Me hice un poco el loco, otra vez un chiste parvulario tonto y dije “yo vine hoy muy bien arreglado”.  Hizo una mueca que parecía sonrisa.

 

Al final quise hablarle pero no se pudo, estaba con su mejor amiga: mi prima.

 

Un día antes le había escrito un mensaje a su celular, estaba en k’iché.  Y ella había preguntado qué quería decir.  Al final, justo antes de irse, después de despedirnos, le dije: “quería decir que cuándo me darás el sí”.  Desde que la conozco le digo en tono de broma “cuándo me vas a dar el sí”, así que es una frase muy propia, un lenguaje que he tratado de crear entre ella y yo.  Sonrió y respondió como lo hace a veces: “ya te dí el sí”.  Después cuando trato de averiguar más a fondo del asunto, me dice “pero de qué sí estamos hablando?, porque yo te digo sí, pero nunca me has dicho de qué”.  Yo digo que ya lo sabe, que destroza mi corazón y tonterías como niño parvulario (Dios Santo!, tengo que quitarme esa costumbre).

 

Nos despedimos, sentí que debimos haber hablado más, no podíamos hilvanar dos o tres palabras sin sentido y reconciliarnos nuevamente, no, no, no!  Tenía que haber algo más!!, había imaginado un beso!, un abrazo!, pero no pasó nada!!

 

La llamé toda la tarde, quería saber si podíamos almorzar juntos el sábado.  No contestó.  Hace una hora por fin atendió el teléfono.  Le hice la propuesta, dijo que tenía un seminario de la universidad (le creo, ella es adicta a sus clases) y que no sabía a qué hora saldría ese día.  No me resistí y casi me descocí otra vez con mis sentimientos, jugando lamentablemente el papel de víctima.  Es que siempre me hace pedazos algunas de sus palabras.

 

Su respuesta a mis intentos romántico es “no sé” y si le exijo un sí o un no definitivo, su respuesta es “jamás”.  Hoy, por teléfono no fue la excepción.

 

Le dije que quería que en junio fuéramos de viaje a un sitio durante una semana.  Dijo que una semana era mucho tiempo, exageré un poco pues no será una semana, claro.

 

Me cuesta mantener la tensión, es mi Zahir y es insoportable.

 

Quería colgarle pero no sabía qué hacer.  Dije “a veces no sé si te amo o si te odio”, no dijo casi nada, contestó “yo tampoco”, pero contestó siendo amable, como simplemente por no decir “bueno, te aprecio como amigo, pero nada más”, sé que así fue. 

 

Insistí en que revelara sus sentimientos románticos hacia mí (siempre he imaginado que está enamorada de mí), pero en vez de obtener algo favorable, me topé con una gran desilusión.

 

En fin.

 

Quedamos en que en caso de terminar a buena hora el sábado me avisaría para almorzar, sino “otro día”.  Quedamos en que talvez hagamos el viaje.  Ella siempre dice sí, soy su amigo.

 

Y eso es.  No me saqué nada.  Al menos la enfrenté, lo cual es muy rescatable.

 

La diferencia entre las otras veces, es que ahora tengo fe.  Las otras veces me había creído que lo más importante era simplemente amarla, aunque ella no lo hiciera (se lo dije y decía “gracias”), ahora tengo fe que Dios hará algo en su corazón, por supuesto, con el soporte de mis acciones.

 

Siempre trato de ir con todo y me retracto al mismo tiempo, le justifico “bueno, nunca he hecho mucho para obtener tu sí” y ella dice “te das cuenta??”, pero sé que nunca me dice un definitivo “no”, porque no sabe qué quiere, no me quiere eliminar, pero tampoco me quiere dar vida.

 

Así que cuando me armo de valor para que no juegue conmigo, dejo de hablare.  Repito, ni me elimina ni me acepta.  Sólo me mantiene como opción por si acaso.  Opción un tanto lejana claro porque no me quiere dañar.  Pero quizás eso es lo que me daña.  Cuando voy en serio y trato de ir de frente me topo con un “jamás”.  Jajaja.

 

Al tiempo.  Un abrazo.  La amo y no soy masoquista.  Es simplemente así.

 

Tengo esta premisa: disfrutar el máximo tiempo que pueda a su lado y punto.  Dios hará algo en su corazón y en el tiempo adecuado, aceptará que se enamoró.

 

Por el momento, sigue siendo una de mis mejores y mis primeras excusas.

 

PUNTO FINAL AL ZAHIR.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario