miércoles, 25 de febrero de 2009

De “esas ganas”

Hola (prometí no escribir hasta la próxima semana, pero mejorar escribiré y no hablaré “del asunto”).  Estaba pensando en esas ocasiones en que te gusta alguien y sólo quieres, en el mejor de los sentidos, quitarte “esas ganas”.  A mí me pasa eso con alguien y pienso que a ella también.  Siempre ha sido una persona que “está ahí”, pero no me gusta lo suficiente; simplemente es una compañía atractiva, que ningún hombre despreciaría, pero a mí no me hace “click”.

 

Recién la invité a almorzar, debo reconocer que lo hice con propósitos claros y definidos: quitarme las ganas.  Siento un poco de vergüenza de decir eso porque no soy así, pero ya he aclarado que no se trata de aprovecharme de ella, ya que presiento que ella busca lo mismo.  Es como dicen “amiga con derecho”.  Almorzamos (yo pagué aunque no habíamos acordado eso, insisto somos compañeros de universidad, así que los dos sabemos que la economía de un estudiante es complicada, pero en fin, todo tiene un precio) y después, ella tenía clase, pero me dijo que la acompañase a redactar un ensayo.  Me pidió que lo hiciera por ella pues no tenía ánimo de escribir.  Después me dijo que había perdido un dinero, que estaba deprimida y necesitaba caminar.  Me llevó hacia un lugar solitario de la universidad, donde sólo hay parejas besándose y mucho silencio.  Hay grama y nada más; además era sábado, así que había pocos estudiantes en comparación con el resto de la semana.

 

Los dos sabíamos para qué estábamos ahí.

 

Se me olvidó decir algo.  Días antes habíamos platicado por correo electrónico sobre la posibilidad de darnos un beso.  Ella, haciéndose la difícil, decía que no.  Yo, jugando el papel de conquistador, dando argumentos para aprovechar la libertad.  Supuse que accedió cuando dijo sí a almorzar juntos ese día.

 

Caminamos, ella no decía cosas lógicas, hablaba de un billete que, casi estoy seguro, nunca tuvo (es un tanto mentirosa esa es una de las razones por las que no es “mi chica”), sabía que estaba jugando conmigo; quería que la tomara violentamente y la besara.  Pero decidí no jugar su juego, pese a negar “esas ganas” en mí.

 

Ayer volví a escribirle y le dije que había entendido las señales, que hubiéramos aprovechado “nuestro momento”.  Escribió risas coquetas y argumentó un error de escritura mía para dejar el tema para otro e-mail.  Así que en esas estamos.

 

¿Quieres besar a alguien?, díselo y te sorprenderá la respuesta.  Eso sí, sé honesta o sé honesto, dile que “siempre has tenido esas ganas”, que te gustaría besarle.  Sé caballero y sé dama.

 

Claro, la otra opción es que te lleves una cachetada. 

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