sábado, 20 de diciembre de 2008

Feliz cumpleaños

Como a las cuatro de la mañana empezó a tener dolores de parto. A las siete, el pequeño había nacido.

"Un parto rápido", decían las mujeres experimentadas.

El niño nació sin complicaciones, totalmente sano y con una sonrisa que iluminaba el lugar. No era un niño rico, de hecho, nació entre animales y gente de condición pobre. En un establo, para ser específico.

Su mamá sonrío y recordó que unos meses atrás alguien de ropa blanca le había hablado respecto del acontecimiento presente. El papá respiró profundo y aún con dudas decidió acoger al menor.

Ese día el cielo oscureció distinto. El sol aclareció feliz. Los cielos contaban historias entre sí a las nubes. La privilegiada madre sonreía al ver los ojos de su hijo y la viveza de ellos; estaba admirada de la forma en que comía, lo hacía perfectamente bien, aunque parecía que tenía un medidor y sabía hasta dónde llegar.

Ella era una novata en eso de los niños. Era hasta un poco torpe para cuidar en detalles al menor, quien lloraba ocasioalmente y ella no sabía si darle el biberón o pedir auxilio. Su suegra le decía que no se quejara pues no era un bebé llorón, más bien era "una personita encantadora".

A María, como se llamaba la madre, le gustaba bañar al nene y peinar su abundante cabellera para que desde temprano estuviera muy bien arreglado, tal cual se tuviera que presentar frente a un Rey o a alguien muy importante. A la verdad, lo más emocionante que hacía era salir a ver los rayos del sol.

Ese nacimiento no fue el primero de esta tierra, pero sí el más importante. El niño, Jesús, tenía una sonrisa que contagiaba felicidad.

Hoy, varios años después, celebramos el acotencimiento de su venida a este mundo.

Feliz cumpleaños, gracias por la cruz.

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