martes, 4 de septiembre de 2012

Relato


Cinco minutos después de las seis de la tarde sonó el teléfono que anunciaba la emergencia.

Su padre yacía en la entrada del centro comercial más concurrido de la ciudad. Nadie vio nada, o al menos eso dicen las primeras investigaciones que iniciaron con los agentes de seguridad del lugar.

Él, un encorbatado funcionario público.  Ella, de quien se escribe, estudiante del tercer año de medicina en una universidad privada.

A partir de ese día se pondría en duda la continuidad de sus estudios.  La razón? su padre era primerizo en esas cosas de política.  Llevaba a penas unos cuantos meses en su nuevo puesto, que se suponía le cambiaría la vida (y vaya si no le cambió!)

Tres meses después la chica estaba despidiéndose de sus compañeras de clase en aquel mismo centro comercial. Les dijo que se iría de viaje sin dar mayores explicaciones sobre la nueva situación económica.

La realidad era otra muy distinta. Ella había tenido que ir a vivir donde una tía y sus otros dos hermanos se repartieron entre familiares cercanos.

Su madre, la nueva viuda, debía afrontar la situación que aquejaba sus vidas.

De momento nadie sabe quién fue el culpable del asesinato. Y la verdad, a nadie le interesa.

La vida les cambió, habían fijado sus esperanzas en un contrato gubernamental y un mal negocio del pasado acabó por sentenciar la que pudo haber sido una familia más de la oligarquía.

El difunto se convertiría en ganadero, después de haber conseguido, mediante negocios turbios, varios millones de quetzales.  La hija, habría finalizado su carrera de medicina, establecido su clínica en la zona 14 y se casaba con un flamante cirujano plástico asegurando su vida económica.

La madre no hubiera muerto joven atropellada en el Periférico mientras regresaba de su trabajo. Y las otras dos chicas no se habrían convertido en prostitutas.

En realidad, nada de esto sucedió, pero pudo haber pasado porque sucede de cuando en cuando en la ciudad más grande de Centroamérica.

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