martes, 24 de enero de 2012

De mi hoy

Fui, hice trámites, debía recibir alguna papelería para entregar como constancia de mi rendimiento académico (en función de la beca que poseo), quería de una vez tramitar el título de la carrera técnica que me acredita como periodista profesional.

Vi mucha gente afanada, unos corriendo, otros quejándose de las largas filas, el sol o el mal servicio.  Observé parejas clandestinas comiéndose a besos, vi en el bus algunos colegiales: ellas entregando su inocencia beso a beso y ellos experimentando y acumulando nombres para cuando pregunten con quién se han besado en sus reuniones adolescentes.

Noté que en la universidad la gran mayoría va porque anhelan un modelo terminado (el médico, el abogado, el químico, el ingeniero) se enamoran del glamour de las cosas y olvidan lo que cuesta, dejan por un lado la ciencia, el análisis y la investigación que son los pilares de un profesional en cualquier rama.  Me sorprendí pues concluí en que desde que inicié a estudiar llevo pensamientos muy distintos al resto.  No creo ser perfecto, si no todo lo contrario.  No creo siquiera ser muy agradable, a la gran mayoría de las personas que me conocen no les agrado.

Nunca me ha preocupado agradarle a alguien o a algunos sólo porque sí.  Desearía profundamente que quienes dicen ser mis amigos utilizaran mejor su inteligencia para tomar decisiones que sumen en vez de restar.  Quisiera que quienes me leen comprendan que es una SOBERANA ESTUPIDEZ PRETENDER QUE EL AMOR SEA TAN MEZQUINO COMO LO PLANTEA LA MODERNIDAD; pero esas no son cosas que yo decidí o determiné.  Son sólo conclusiones a las que otros pensantes han llegado y que es la única forma de continuar avanzando.

Aún no le hallo la gracia a emborracharse como idiota.  Me parece fantástico por ejemplo las artes escénicas o visuales; admiro a los pintores, los bailarines y en general aquel que hace algo porque dice algo; piensa, razona.

Y sé que todos tenemos diferentes formas de divertirnos pero definitivamente JAMÁS será divertido perder la consciencia por la cantidad de alcohol que uno consume.

Por cierto: no vengo de una familia alcohólica que me halla traumado con esa enfermedad.

Pero mi hoy fue más que eso, recordé el blog y decidí volver a escribir.

Quienes me conocen saben que soy la persona más feliz del mundo que casi todo el día pasa broma tras broma sin parar de reír.  Un par de personas creen que soy un amargado por pensar.  Jajajaja.  No me preocupa parecer amargado para unos o feliz para otros.  Yo soy, punto.

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