jueves, 28 de julio de 2011

De las reuniones familiares

Se me ha ocurrido escribir sobre este asuntico gracias a una colega peruana.

Usualmente yo sí asisto a las reuniones familiares, pero siempre me arrepiento del tono en que se desarrollan.  Mis tías preguntan sobre cosas que no les gusta escuchar y se molestan conmigo.  Digo lo que pienso al respecto de cada cosa y es desagradable para la mayoría.

Usualmente es algo parecido a un desayuno-almuerzo.  En la terraza de una tía bien querida.  Ahí hay que encender el carbón, y la carne cocinarla.  Los asados son especiales, no me quejo.  Después nos sentamos incómodos en algún lugar de esa terraza bajo un toldo que nos esconde el sol pero nos encierra el calor.  Cuando llueve es mejor, así se les quita el complejo de querer comer "al aire libre" y mejor bajamos al comedor, como debe ser.

Yo digo algo, cualquier cosa e inmediatamente es discutido porque "eso no es así".  Ellos son derechistas, yo izquierdista; ellos son capitalistas, yo socialista.  Ellos creen a veces en religión y yo la aborrezco.

En fin, siempre discutimos por todo.  Pero lo que sí es que un buen asado no se discute, claro que las conversaciones largas tienen su parte interesante pero también su parte que en efecto me hacen saber que me equivoqué al llegar.

Siempre termino con esa certeza: a la próxima no iré.  Y lo recuerdo cuando estoy nuevamente en esa misma situación.

La familia no se discute, eso que ni qué.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario