jueves, 26 de mayo de 2011

De los finales

Hay finales que deben llegar, que se ven venir a distancia.

El sábado realizo un examen, que consiste en redactar un reportaje en dos horas que es evaluado por una terna de profesionales en la materia, dan su dictamen y su apruebo, obtengo finalmente el cartón que me reconoce como periodista profesional.

Y en cosa de amores también hay finales que llegan, cosas que suceden.  Uno siempre que "inicia" - por decirlo de algún modo - un relacionamiento con otra persona pues espera que la cosa sea más que una experiencia simple y plana, un acontecimiento que marque tu vida.  No sabes si terminarás siendo aburrido o aburrida para la otra persona, desconoces con certeza si al cabo de unas semanas, ella o él se dará cuenta de que no eres lo que a distancia parecías.  En fin.

Esas cosas pasan.

Particularmente padezco del defecto que las personas se van desmoronando de la idea que soy y se percatan de que no soy tan genial como les parecí al principio. Terminan yéndose, aburriéndose de que soy "complicado" (lo que al principio les parecía genial y las hacía suspirar porque soy "único"), notan que soy un ser diferente, pero quizás demasiado extraño y que en términos generales, no soy lo que esperaban.

No sé qué esperan.  Ojalá la gente dejase de esperar de mí.

Dicen otros que soy un traumado, que pienso mucho las cosas, que no me dejo llevar, que todo lo quiero analizar y razonar y que "el amor, no se razona, esas cosas se dan sólo porque sí".

De cierto les digo que no pienso eso, pero que el amor es sobre todo inteligencia emocional.  La inteligencia emocional no es poner una barrera para no enamorarse, tampoco es abrirse a todas las relaciones y luego de unas semanas entregarle tu vida a alguien; la inteligencia emocional es saber esperar, pero sobre todo, saber cuándo empezar a actuar, cuando liberar la tensión de al principio.

Los finales llegan.  Fin. Fin. Fin.

Hay relaciones que no te conducen a nada.

Hay gente que al principio parecía ser luz y terminó siendo oscuridad o simple chispazo.  Hay personas que aunque aparentan tener algo bonito en el alma, finalmente terminan no teniendo alma y siendo pocamente interesantes por su apariencia.

Aborrezco las apariencias que no reflejan lo que contiene el corazón.

Odio la forma externa que no tiene relación con el fondo interno.

Qué Dios me ayude, me perdone. Quiero hacer como él quiere.


Y esto, se acabó.

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