martes, 12 de abril de 2011

Zapatos coloricos

Justo las 15:00 horas marcó el reloj con formato de 24 horas que poseía en su mano derecha.  Aunque pensándolo bien, el reloj lo poseía a él, era prisionero del tiempo, del trabajo, esclavo del mundo neoliberal y capitalista del que somos parte.

El sol era agotador, a más no poder.  Pensó que el solecito de esa hora en verdad podría asesinar a cualquiera si uno se no cuidaba las palpitaciones del corazón, agitado por la irradiación solar.

Sudaba un poquito, no tanto porque recién se había duchado con un agua más fría de lo que requiere la cosa.  Compró un ramo de rosas porque quería cortejar a una chica que le gustó un día que la vio tras una vitrina de venta de zapatos.

Los zapatos, dicho sea de paso, eran de muchos colores, de tacón alto y con una marca grande de 2X1, anunciando las promociones de verano.  Curiosamente, los tacones altos no eran tan vendibles en esta época del año, pero como las mujeres siempre compran zapatos, especialmente si están en ofertas, hay de todos los colores (para que combine con la blusa, con el pantalón, con los aretes y demás accesorios) entonces era una gran ganga.

El chico deseó un pastel de elote con queso, porque son ricos, aunque al tiempo pensó que el calor le quitaba esa sensación de "rico" que le da una taza de café, a ratos ácida y a ratos simplemente café.

Nada pasó.
Finalmente, sintió un golpe en la cabeza, fue secuestrado y muerto.  Las rosas las llevaba en la mano, pero nunca las entregó.  La chica de la zapatería jamás conoció al que ciertamente era el hombre de su vida.

Claro, ella tuvo la oportunidad de al menos decirle algo, pero no se atrevió.  Pensó que desbocarse y decirle de una vez, en la primera vez que se veían, aquello que su corazón le hacía palpitar (que le gustaba como para ser suya) sería apresurar las cosas.

Ella no supo jamás (esto me lo contó alguien que prefirió el anonimato) que si hubiese prounciado esas palabras, él ése día le habría llamado para decirle que la invitaba a comer y no hubiera ido con esas rosas, a esa hora, en esa calle.


La chica se casó con un hombre que la amó, pero al que ella jamás necesitó.  Murió sin conocer el amor y sin saber que su hombre, no había sido "como todos los demás" como razonó al no verlo aparecer más en la tienda de zapatos de colores a 2X1 por el verano, sino que había muerto.


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