miércoles, 13 de abril de 2011

Carta de alguien que sabe que una mujer se enamoró de él

A quien interese:

El motivo de la presente es para hacer constar que soy importante para alguien, es para que todo aquel que esté interesado y tenga la oportunidad de leer esta misiva, esté enterado de que hay una mujer  para quien soy importante y que decididamente necesita de mí para vivir.  Necesita de mí, no en el estricto sentido biológico, sino en el mero aspecto relacional, del corazón, afectivo, sentimental.

Soy importante para ella, eso lo sé.  De hecho, tengo certeza de que lo soy.

Percibo un comportamiento ajeno a su vida normal.  Alteré sus días, sus horas, sus motivaciones.

Desde que me conoce, y desde que aceptó que me ama y que le gusto, su vida  ha pasado de ser simplemente su vida (con sus depresiones ocasionales, sus alteraciones y cambios de humor extraños) a ser una vida feliz, plena.

Ella tardó algunos meses en aceptar que me ama.  Seguramente porque las experiencias de su vida pasada hicieron que su carácter fuese duro, áspero, pero con una dulzura exquisita.  Me hace recordar a los dulces de menta que tienen chocolate en el centro; a veces la menta es muy fuerte, picante, desesperante a caso, pero aquel que sigue, llega al fin a disfrutar el chocolate mentolado, ese sabor extraño, rico, entre dulce y una mezcla de no sé qué.  No tengo la menor idea sobre la razón que le hizo tardar tanto en admitir que se había enamorado de mí; yo se lo advertí, le dije que acabaría amándome.  Aunque, ahora que recuerdo, también le pedí que no se enamorara de mí, porque yo conozco que quienes antes lo han hecho, no han soportado, se rinden, no continúan hasta llegar al punto álgido, como en la parábola de la menta.
No me importa.  Ahora que ella me ama siento que mis días tuvieron una razón de ser, veo con mayor claridad las cosas y simplemente soy feliz.  Es inevitable sentir que la cosa es mejor porque ella está a mi lado.  Bueno, cuando estuvo.

Ella me ama, me amó.


Lamento no estar en este instante con ella, desde el día en que lastimosamente tuve que irme para siempre de su vida.  Es que se lo advertí! le repetí que no se enamorara, que la cosa que llevo en mi cuerpo me mataría lentamente y así fue.

El 6 de agosto de 2008 morí.  Morí porque la vida es así, te da y te quita.  Pero he aprendido de que lo perfecto es así.  Lo perfecto no es eterno, porque lo eterno (a excepción de lo divino) nunca funciona bien siempre.  La realidad después del "y fueron felices para siempre" es que la vida real empieza y el hechizo y la magia se acaban, la crudeza de la vida es disinta.

Lo nuestro en cambio fue perfecto porque ella me amó tanto como pudo amar a un hombre; y yo la amé, tanto como quise hacerlo.

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