viernes, 19 de noviembre de 2010

No fueron felices para siempre.

Ella quiso empacar su corazón; hacer maletas con todos sus sentimientos.  Ella en realidad, haciendo una introspectiva, pensó que era tiempo de guardar todas sus emociones, dárselas a él.

Él, ja, él la amó.  La amó sin decirlo.  La amó porque los hombres amamos a las mujeres que nos hacen sentir únicos.  La amó porque los hombres amamos a las mujeres que nos sonríen y nos hacen sentir que esa sonrisa fue diseñada por Dios para flecharnos.

Le rodó una lágrima por la mejilla, a ella.  Pensó que por fin, después de tanta indecisión, tanta cosa difícil, rara y fea, ahora, el amor, el destino, Dios o un triunvirato de los tres, había decidido darle la oportunidad de ser feliz.

Él la abrazó.  Le dijo "te amo".  Ella lloró.  Lo besó y concluyó "yo te amo más".

Se amaron.  Y aunque no fueron felices para siempre como dicen las películas al final, casi siempre fueron felices.  Decidieron amarse.  Decidieron que a pesar de que parte de amar, era también odiar, todo sería genial.


P. D.  Qué romántico estoy hoy, por Dios.

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