domingo, 10 de octubre de 2010

...

Sintió una desesperación entre su vientre y su garganta.

Pensó que sólo habían dos opciones: recuperarme o dejarme ir de una vez.

Decidió no disimular.  Razonó que lo mejor era no fingir que no quería hablarme.  Creyó conveniente acercarse, en vez de alejarse.  No discutió consigo tanto, sólo lo hizo.

Estaba redactando un informe alternativo para una campaña propagandística que serviría como solución para un conflicto interuniversitario cuando sonó mi Nokia E71 y lo contesté sin ver bien quién llamaba pues entre mi relajo, no sabía de dónde provenía el sonido.

Su voz sonó alegre "me dijiste que ya no habláramos, pero vine a convencerte de lo contrario".  No pensé, sólo esperé que terminara de decir lo que decía "así que yo no sé, pero estoy aquí, cerca de tu casa, en algún lugar, porque no conozco muy bien".

Le pedí que me indicara dónde estaba, que me dijera colores o algo que me ubicara.

Al final, me puse un suéter por el frío y salí.  Caminé más de lo que pensé que caminaría.  Y sin estar seguro si era ella, crucé la calle y la vi con una cola en el pelo, apretado.  Noté que iba lista para ir a trabajar al hospital, tenía turno de noche.

"estoy dudando seriamente de tu juicio mental" le dije.  Ella sonrió consciente de que había logrado aquello que quería y otra vez sentí que ama exactamente como yo.  Supe que a ella no le importaba tanto que yo dijera algo, sólo quería hacerme saber de alguna forma desesperada su amor.

Me abrazó y por su mente, seguro estoy, pasaron muchas cosas para decirme.  Me abrazó fuerte como si me fuera a ir.  Luego debía irse porque ya era tarde.  La acompañé a la estación de buses, me abrazó de nuevo, quiso decirme algo al oído pero se arrepintió (seguro se fue arrepintiéndose todo el camino de no haberlo dicho) y me abrazó dos veces como queriendo decir "aquí estoy".

Por alguna razón que desconozco pensé más en mí que en ella.  Pensé en que cuando uno ama, sólo cuando uno ama y es apasionado, hace ese tipo de cosas.

Regresé a mi casa, con la leve llovizna y el frío de esta temporada.  Caminé despacio y no atiné a razonar, sólo pensaba en que esas cosas son las que le hacen quedarse sin palabras a uno.

Y ahora, sólo ahora comprendí cuando he escuchado de los labios de una chica un "no sé qué decirte" o un "me quedé sin palabras".

Estoy consternado.

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