lunes, 16 de agosto de 2010

De mis preguntas

En mi habitación, duermo frente a un escritorio bastante grande, donde está la computadora y muchísimas hojas.  Usualmente tengo todo desperdigado.  Tengo periódicos, revistas, hojas que he escrito (a veces en la calle vienen muchas palabras a mi mente y necesito escribirlas, así que lo hago sino lo olvido), libros, más libros, más hojas, afiches, cd's, etcétera.

Así que es un verdadero relajo.  No entiendo ni dónde tengo cada cosa muchas veces.  Reconozco que en eso soy bastante desordenado.  A veces encuentro libros bajo la cama, libros que daba por perdidos y que no terminé de leer o que quise releer pero que igual no sabía dónde estaban.

Hace muchos años, iría a cumplir unos diez u once, una de mis tías me llevó a un centro comercial y me preguntó qué quería como regalo de cumpleaños.  Fue la última vez que lo hizo, de allí en adelante, cada vez me dice que mis regalos se van acumulando pues no tiene plata para poderme regalar algo.  Excusas, verdades.  No sé.

Yo estuve pensando en qué quería.  Verdaderamente cuando uno es niño y ofrecen comprarle lo que pida, es una buena oportunidad para pensarlo.

"Algo donde pueda escribir, pero también dibujar".  En realidad, quería un diario.  Pero me daba demasiada vergüenza decirlo.  Por aquellos años estaba medio de moda que las chicas se comprasen diarios y traían un pequeño candado y una llavecita para que nadie pudiera leer sus días escritos.  Yo sólo quería escribir.

Ella me dijo: "entonces querés un cuaderno".  Sonaba bastante simple, como a mentira.  Un niño no pide de regalo de cumpleaños un cuaderno; al menos no un niño normal.

Le dije "es que no sé cómo decirte".  Al final, entre mi indecisión y falta de atrevimiento por pedir un cuaderno, y la incredulidad de ella, terminó invitándome a un Helado Pops, lo recuerdo muy bien.  De hecho, comí una banana split, lo tengo fresco en mi mente, como si hubiera sido hoy.

Desde entonces me formulo muchas preguntas en mi mente.  Preguntas que a la mayoría le resultan raras o incómodas.  A veces pregunto a mis conocidos: de qué color están, qué sabor tienen, qué cosa les gustaría estar pensando además de lo que están pensando y otro montón de cuestiones que parecen irracionales, ilógicas, tontas a caso.

Una sola persona en mi vida, me respondió un e-mail (en realidad fueron tres) y me dijo "ya sé que vivís de tus preguntas incómodas".  No sé si me dolió, me hizo reír o qué pasó.

El punto claro es que sólo esa persona se atrevió a decirme aquello que seguro todos piensan pero no tienen suficiente confianza, agallas o talento para preguntar.  Saben que mi carácter ocasionalmente es fuerte y soy demasiado radical.

Escribí esto porque tengo unas semanas que he empezado a escribir, a tener necesidad de escribir en hojas de papel.  Ahora otra vez vienen muchas ideas a mi mente.  Así que varios de los posts han sido preliminarmente puestos en papel y luego los transcribo a este espacio.  Esa sensación suele gustarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario