domingo, 22 de agosto de 2010

Carta número nueve

Esto sí es para vos.

1 + 2 es 3.  No cabe duda.  Eso se llama certeza matemática.

Un átomo de hidrógeno y dos de oxígeno forman una molécula de agua.  Eso es certeza científica.

La fe es la certeza de lo que esperamos y la convicción de lo que no vemos.

Te quiero pedir que con la misma certeza que tiene el dos de que al sumarle un uno, pasarán a ser tres; que con la misma certeza que el átomo de hidrógeno y los dos de oxígeno poseen, que al unirse formarán una molécula de agua, con esa misma certeza, tu corazón abrigue que te amo.

Quiero que tengás la plena convicción de que te amo.  Que no quepa duda, ni siquiera una mínima posibilidad.

Así como el invierno sabe que aparecerá la lluvia mientras dure, como el verano conoce que el sol lo cobijará.  Así, así como la seguridad que da la fe en Dios, así, con esa certeza quiero que sepás que te amo.

Te amo con la seguridad de cada letra.  Te amo con firmeza.  Con ese amor que no busca lo suyo, con ese amor que no hace nada indebido, con ese amor que sólo proviene de su origen, que sólo proviene del cielo.

Te amo seguro.  Como seguro está el lunes que le sigue el martes.  Te amo convencido, como convencido está diciembre que pronto vendrá enero.  Te amo cierto, como cierto es el amor, ese que nunca deja de ser.

Y, particularmente hoy, como nunca antes, te amo tanto, te amo con tanta certeza, con la misma certeza que sé que leerás esto.


Yo no tengo dudas de amarte.  No tengás dudas de que te amo tampoco.

Nunca te pido, pero hoy quiero pedirte que jamás dudés de mi amor.  Yo te amo, aunque no siempre lo diga.  Te amo, aunque no lo aparente todo el tiempo.  Te amo, pero te respeto y te amo tanto, que a veces prefiero callar y a veces, como hoy, decirlo.

"Te amo" para mí no es una frase o un estado de ánimo.  "Te amo" para mí es una declaración de aquello que es una realidad adentro de mí.

Y te digo que te amo, porque te amo.  Pero sobre todo, te digo que te amo hoy, porque esa frase se ha repetido en mi mente los últimos días, con mucha paz y quietud.



Ya lo sé.  Quizás nunca me amés tanto como yo, no importa.

Quizás nunca te enamorés de mí.  Tal vez acabe este año y el otro, y el otro, y nunca consiga aquello que sería divertido, bonito y sinónimo de bendición.  No importa.  Amarte es una maestría.


Te amo.  De verdad que sí.

Ni mi odio ni mi indeferencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario