martes, 19 de agosto de 2008

¿Finales inmediatos y misericordiosos o amistades largas y malintencionadas?

Hoy buscas en mí un amigo que haga un poco porque alcances lo que anhelas. Un amigo sería yo si te apoyara contra todo lo demás. A un amigo tu dicha le haría feliz, aunque ésta te llevara lejos y te fueras más allá de donde yo te pudiera acompañar.

No me pidas ser tu amigo porque hay cosas en mí que todavía no entiendo, por ejemplo, que no puedo ser ese alguien que piensa en la compresión, y ésta sólo me daría tranquilidad si a la vez tú me comprendieras. Esta tarde que me hace abrazarte fuerte cuando me dices adiós.

Un amigo te diría que todo marcha mientras se muerde los labios. Y por tí no extrañaría cada fin de año los días que no volverás. Un amigo dejaría de hablar de cosas que sabe que te harán falta para hablarte de lo que hay más adelante aunque yo me quede atrás.

Sé que siempre fui alguien que lo daba todo sin pedirte si quiera la verdad. Siempre tuviste este cómplice que vino sin que necesitaras, porque concebí el mundo desde tus ojos y ellos me querían mirar.

No me pidas ser tu amigo cuando me dejas saber que ya te marchas. No soy tan civilizado como para comprender sabiendo que te vas, para tí seré aquel que hoy lo pierde todo porque no supo escucharte. Que para mí siempre sólo seré un extraño en paz que nunca te dejó de amar.

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