lunes, 24 de diciembre de 2012

Nuestra navidad


Los niños saben que esta noche usarán ropa nueva, comerán hasta saciarse, podrán estar en la calle hasta pasada la media noche y que recibirán un regalo, SU regalo.
En Guatemala las personas celebran la navidad en casas con árboles navideños, mesas repletas de comidas y bebidas, amigos, familiares.
Noches como hoy muchas familias se reunirán; quien envía las remesas mes a mes desde hace veinte años, en caso de tener un poco de suerte, habrá tramitado ya su residencia en el país del norte y hoy por fin abrazará a nietos que no conocía o a hijos que dejó desde chicos.
Algunos recordarán con nostalgia a un ser querido que ya no está; otros harán su propia navidad y se emborracharán a más no poder y, por supuesto, arruinarán la navidad de otros. Algunas esposas descubrirán que el regalo extra que su esposo compró no era para sorprenderlas, si no para otra mujer, que además, dejó el delicado y nauseabundo toque del perfume ajeno en la camisa de él.
Hay de aquellos que hoy romperán una relación, o empezarán una, porqué no. Hoy se cumplirán promesas y se despedazarán otras.
Otros simplemente están decepcionados, saben que como cada día, hoy más que nunca, su padre, su hermano, su tío o su abuelo, beberá y regresará amenazante cuando haya consumido todo el licor que le es posible.
Unos pasarán en el hospital y algunos más morirán, otros igual lo harán al amanecer; cuando todos celebren, ellos se despedirán de su familia, si les da tiempo.
En Guatemala la navidad es dispar, pero es alegre. Ahora truenan menos los cohetes y el ruido de los "canchinflines" sólo se escucha si alguien consiguió algunos de contrabando. Desde que los prohibieron, las guerras de canchinflines pasaron de moda pero el perro, la abuela y el vecino rabioso están felices.
Nuestra navidad es un tanto diferente. Hoy festejamos el cumpleaños de Jesús, aunque todos sabemos o hemos escuchado cuando menos, que Él, efectivamente no nació en una fecha como hoy. Festejamos de mentiras; nos damos obsequios entre sí y hacemos tamales y ponche (con piquete) para desearnos "feliz navidad". Es como que para tu cumpleaños todos celebren y te dejen olvidado y guardado en un rincón. Todos hacen SU voluntad y no la tuya, la del cumpleañero.
Los días que preceden esta noche, la que llamamos "noche buena", son insoportables gracias al terrible tránsito que se apodera de los centros comerciales y la locura por buscar "el mejor regalo".
Hoy también habrá desafortunados que no celebrarán, porque no tienen con qué o con quién. Hay quienes trabajan en una estación de bomberos, de policía o en un hospital. Cuidarán por aquellos que, cuando pudieron, no cuidaron de sí mismos.

Pero hoy los niños sonreirán, eso que ni qué. A las doce, justo a la medianoche, el cielo se iluminará, los cohetes estallarán, los abrazos se repartirán y quedará el suspiro que aguardará 365 días porque la navidad, nuestra navidad, se ha esfumado.

Lo bueno?, claro, hay cosas buenas. Muchos compartirán en una mesa con su familia; comerán tamales, pierna, pavo, no importa qué, da igual, lo verdaderamente importante es compartir. 364 cenas separados o fuera de casa, pero una será, tan sólo una será a "casa llena", y todos felices.
Nuestra navidad nos hace perdonar, olvidar, anestesiar la realidad de la vida, casi siempre y casi a todos.

Nuestra navidad es...no sé, es nuestra. No hay forma de describirla. No se parece a la de las películas; no hay nieve, no hay frosty ni Santa Claus entrando por las chimeneas (porque no tenemos chimeneas) y dejando regalos. Tampoco hay vacaciones onerosas (salvo diputadas y estatales excepciones), pero hay lo que de verdad importa.

Eso hacemos el 24 de diciembre en Guatemala.

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