sábado, 18 de diciembre de 2010

Reflexión

Considero que estoy fresco.  En este momento así me siento.  Fresco.

Ayer estaba en uno de los museos que hay en el Centro Histórico de mi país.  Era el Museo de Historia; recorrí la historia guatemalteca a grandes rasgos, desde la época de la conquista (o el saqueo que hicieron los españoles esclavos, subsidiados por la corona) hasta algo más contemporáneo, como la cedición de Belice, por parte del Gobierno de Guatemala.

Y pensando en que los años pasan volando, y que uno ni se percata de ello, ahora echo un vistazo hacia mi pasado y me gustaría saber en qué me he equivocado.  En sexto de primaria (algo parecido al Junior  High), como parte de una tarea del curso de hogar (en Guatemala es parte del pensum y sólo es para niñas) la maestra les pidió a las chicas hacer tarjetas escribiendo al menos tres cualidades de cada uno de los hombres.  Se repitió en mis tarjetas: amable, respetuoso, caballeroso, educado e inteligente.
Por supuesto que nadie pondría mis cosas feas: necio, testarudo.  En esencia necio.

Pero lo que quiero hacer notar es que pese a ser respetuoso, caballeroso, educado, amable e inteligente, cualidades que escasean en nuestra sociedad, generalmente no sirve para atraer a la mujer que quiero.

Será que sólo me gustan las idiotas ciegas que no se dan cuenta que tienen ante sí un gran hombre? o será que el idiota soy yo por fijarme en mujeres que sencillamente no son para mí?

No lo sé.  Pero mi reflexión es esa.

Hace unos días, una compañera de universidad, seria ella, muy fría, cruda para hablar, me dijo que por el hecho de que antes haya tenido malas experiencias, no iba a hacer pagar a la "chica final".  Me dijo que mi pareja merecía que la tratara con la misma entrega y sinceridad como si fuera la primera, como si nunca hubiera pasado nada malo.  Y me impresionó, acertado el comentario.

Eso pienso.

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