jueves, 12 de marzo de 2009

EXTRACTO DE EL ZAHIR

El siguiente es un diálogo. Quien inicia relatando es Paulo Coelho. En ese momento va acompañado de un grupo de personas, van con rumbo a Kazajstán a buscar a Esther, la esposa de Coelho que hace poco más de dos año desapareció. Ella se ha convertido en su Zahir y ahora él quiere enfrentarla. El grupo de acompañantes del escritor son algo parecido a vagabundos, aunque según dicen ellos son personas que han escogido hacer lo que quieren y no lo que deben, que no son prisioneros del tiempo y hacen las cosas cuando tienen ganas de hacerlas. Repito, el famoso escritor Paulo Coelho inicia relatando su aventura:


Cruzamos el Sena y de repente nos paramos delante de una cinta de esas que se usan para delimitar el área donde se está construyendo un edificio. La cinta impedía pasar por la acera: todos tenían que bajar a la calzada y volver a la acera cinco metros más adelante.
–Todavía está ahí –dijo uno de los recién llegados.
–¿El qué? –pregunté.
–¿Quién es este tipo?
–Un amigo nuestro –respondió Lucrecia–. Es más, seguro que has leído alguno de sus libros.
El recién llegado me reconoció sin mostrar sorpresa ni admiración; al contrario, me preguntó si podía darle algún dinero, a lo cual me negué al momento.
–Si quieres saber por qué está ahí la cinta, dame una moneda. Todo en esta vida tiene un precio, tú lo sabes mejor que nadie. Y la información es uno de los productos más caros del mundo.
Nadie del grupo vino a socorrerme; tuve que pagar un euro por la res-puesta.
–Lo que todavía está ahí es esta cinta. La pusimos nosotros. Si te fijas, no hay ninguna obra, no hay nada, sólo una estúpida cosa de plástico blanco y rojo que interrumpe el paso en una estúpida acera. Pero nadie se pregunta qué hace ahí: se bajan, caminan por la calzada arriesgándose a ser atropellados y vuelven a subir más adelante. Por cierto, he leído que sufriste un accidente, ¿es verdad?
–Precisamente por bajarme de la acera.
–No te preocupes, cuando la gente lo hace, presta el doble de atención; fue eso lo que nos inspiró para poner la cinta: hacer que sepan qué ocurre a su alrededor.
–No es nada de eso – comenta la chica que yo encontraba atractiva–. No deja de ser una broma para poder reírnos de la gente que obedece sin saber qué está obedeciendo. No tiene sentido, no tiene importancia, y no van a atropellar a nadie.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario