martes, 20 de enero de 2009

OTRO EXTRACTO DE BRIDA

-¿Qué has venido a hacer hoy aquí? -preguntó el Mago a Brida.
-Me prometí a mí misma que volvería el día en que ya supiese algo.
-¿Y ya sabes?
-Un poco. Sé que el camino es simple, y por eso más difícil de lo que había pensado. Pero simplificaré mi alma. Ésta es la primera pregunta: ¿Por qué pierdes el tiempo conmigo?
"Porque tú eres mi Otra Parte", pensó el Mago. -Porque también necesito a alguien con quien conversar -respondió él.
-¿Qué piensas del camino que elegí, el de la Tradición de la Luna?
El Mago tenía que decir la verdad. Aun prefiriendo que la verdad fuese otra.
-Era tu camino. Wicca tiene toda la razón. Tú eres una hechicera. Vas a aprender en la memoria del Tiempo las lecciones que Dios enseñó.

Y se quedó pensando por qué la vida era así, por qué había encontrado una Otra Parte cuya única manera posible de aprender era a través de la Tradición de la Luna.
-Tengo sólo una pregunta más -dijo Brida. Se estaba haciendo tarde, dentro de poco ya no habría autobús-. Necesito saber la respuesta, y sé que Wicca no me la enseñará. Lo sé porque ella es una mujer igual que yo, será siempre mi Maestra pero, en lo relativo a este asunto, será siempre una mujer: quiero saber cómo encontrar a mi Otra Parte.
"Está frente a ti", pensó el Mago.
Pero no respondió. Fue hasta un rincón de la sala y apagó las luces. Dejó encendida apenas una escultura de acrílico, en la que Brida no había reparado cuando entró; dentro contenía agua y burbujas que subían y bajaban, llenando el ambiente con rayos rojos y azules.
-Ya nos hemos encontrado dos veces -dijo el Mago, con los ojos fijos en la escultura-. Sólo tengo permiso de enseñar a través de la Tradición del Sol. La Tradición del Sol despierta en las criaturas la sabiduría ancestral que poseen.
-¿Cómo puedo descubrir a mi Otra Parte por la Tradición del Sol?
-Ésta es la gran búsqueda de las personas sobre la faz de la Tierra -el Mago repitió, sin querer, las mismas palabras que Wicca. Quizás hubiesen aprendido con el mismo Maestro, pensó Brida-. Y la Tradición del Sol colocó en el mundo, para que todas las personas la viesen, la señal de su Otra Parte: el brillo en los ojos.
-Ya he visto muchos ojos brillar-dijo Brida-. Hoy mismo, en el bar, vi tus ojos brillar. Esta es la forma en que todas las personas buscan.
"Ya olvidó su oración -pensó el Mago. Estaba otra vez creyendo que era diferente de los otros--. Es incapaz de reconocer lo que Dios le muestra tan generosamente."
-No entiendo los ojos -insistió ella-. Quiero saber cómo las personas descubren su Otra Parte por la Tradición de la Luna.
El Mago se giró hacia Brida. Sus ojos estaban fríos y sin expresión.
-Estás triste por mí, lo sé -continuó ella-. Triste porque aún no consigo aprender a través de las cosas simples. Lo que tú no entiendes es que las personas sufren, se buscan y se matan por amor, sin saber que están cumpliendo la misión divina de encontrar su Otra Parte. Olvidaste, porque eres un sabio y no te acuerdas de las personas comunes, que traigo milenios de desilusión conmigo, y ya no consigo aprender ciertas cosas a través de la simplicidad de la vida.
El Mago permaneció impasible.
-Un punto -dijo él-. Un punto brillante encima del hombro izquierdo de la Otra Parte. Es así en la Tradición de la Luna.
-Es hora de irme -dijo ella. Y deseó que le pidiera que se quedara. Le gustaba estar allí. El había respondido a su pregunta.
El Mago, no obstante, se levantó y la acompañó hasta la puerta.
Voy a aprender todo lo que tú sabes -dijo ella-. Voy a descubrir cómo se ve ese punto.

El Mago esperó a que Brida desapareciese de la carretera. Había un autobús de regreso a Dublín en la próxima media hora, y no tenía por qué preocuparse. Después, fue hasta el jardín y ejecutó el ritual de todas las noches; estaba acostumbrado a hacer aquello, pero a veces necesitaba mucho esfuerzo para alcanzar la concentración necesaria. Hoy estaba particularmente dispersivo.
Cuando acabó el ritual, se sentó en el umbral de la puerta y se quedó mirando al cielo. Pensó en Brida. Podía verla en el autobús, con el punto luminoso en el hombro izquierdo, que sólo él era capaz de reconocer, porque ella era su Otra Parte. Pensó cuán ansiosa debía estar por concluir una búsqueda que había empezado el día de su nacimiento. Pensó en cómo estaba fría y distante desde que llegaron a su casa, y cómo aquello era una buena señal. Significaba que estaba confusa con sus propios sentimientos; se estaba defendiendo de lo que no podía comprender.
Pensó también, con cierto temor, que estaba enamorada.
-No existen personas que no consigan encontrar su Otra Parte, Brida -dijo el Mago, en voz alta, a las plantas de su jardín. Pero en el fondo se dio cuenta de que también él, a pesar de conocer desde hacía tantos años la Tradición, necesitaba aún reforzar su fe, y estaba hablando para sí mismo.
"Todos nosotros, en algún momento de nuestras vidas, nos cruzamos con ella y la reconocemos -continuó-. Si yo no fuese un Mago, y no viese el punto en tu hombro izquierdo, tardaría un poco más en aceptarte. Pero tú lucharías por mí, y un día yo percibiría el brillo en tus ojos.

"Soy un Mago, no obstante, y ahora soy yo quien necesita luchar por ti. Para que todo mi conocimiento se transforme en sabiduría."
Permaneció mucho tiempo mirando la noche y pensando en Brida en el autobús. Hacía más frío que de costumbre, el verano iba a acabar en breve.
-Tampoco existe riesgo en el Amor, y tú aprenderás esto por ti misma. Hace millares de años que las personas se buscan y se encuentran.
Pero, de repente, se dio cuenta de que podía estar equivocado. Había siempre un riesgo, un único riesgo. Que una misma persona se cruzase con más de una Otra Parte en la misma encarnación.
Esto también sucedía desde hacía milenios.

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